Los males de la Federación de Vecinos
La Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos, de Madrid, tras treinta meses de actuación, se encuentra en un profundo estado de crisis, derivado, fundamentalmente, de una mala gestión de sus dirigentes. La FPAV ha sido, durante este tiempo, la caja de resonancia de todos los problemas existentes en la ciudad, a nivel de disputas políticas, que no ha repercutido mas que en un progresivo deterioro de su estructura, débil desde un comienzo, y la credibilidad que los vecinos pudieran tener en esta institución. Lo que en un principio fue canalización de las reivindicaciones más elementales y másjustas de los barrios madrileños se convirtió, en poco tiempo, en un conglomerado de rencillas políticas, dominado todo ello por un mal entendido afán de organización, que ha derivado en un burocraticismo difícil de superar. Pocas personas de entre los pioneros del movimiento ciudadano en Madrid han soportado la criba que las elecciones generales supusieron. Los partidos arrastraron a su peones hacia unas posiciones ineramente políticas y desmantelaron un movimiento que se quedó en mendiguismo hacia una Administración muy poco dispuesta a otorgar, si no era por la vía de la manifestación, el encierro o el escándalo. La adjudicación de directivos a las diversas entidades, hecha rigurosamente por los partidos políticos con prepotencia en los barrios, ha tenido a la larga un efecto negativo que, al parecer, sólo podrá salvar la necesidad evidente que sufren los barrios y de las que los vecinos todavía, por encima de la tremenda desilusión sufrida, son conscientes, porque les rodea demasiado estrechamente. El pleno constituyente de la Federación, mil veces anunciado y mil veces demorado, más por temor que por burocracia (y de esto último hay mucho en la FPAV), poco o nada va a suponer si los señores convocados a constituir lo que debe ser un instrumento canalizador de inquietudes son los mismos que en su momento escaparon rápidamente a las sedes de sus partidos para participar desde ellos en las elecciones del 15 de junio. Aquella desbandada supuso destruir el endeble esquema organizativo montado para los barrios, pero no por los barrios. En las últimas semanas la FPAV ha dado muestras evidentes de su escasa capacidad de reacción ante temas como el fraude del pan y el problema de los libros de texto y colegios. Cuando todo el proceso seguido desde el Gobierno Civil, con participación de representantes vecinales, adquiría su dimensión real y se perfilaban nítidamente las posturas de consumidores, empresarios y Administración, la Federación de Vecinos convocó una rueda de prensa para dar a conocer su opinión de que el pan no debe subir. Postura tardía, que mueve a pensar en una deficiente organización interna. Toda esta forma de actuar, además, es mucho más incomprensible si se tiene en cuenta que estas dos cuestiones, pan y colegios, son reediciones 1977 de lo que ya sucedió el año pasado. temas que la FPAV conoce perfectamente. Hay que pensar, después de treinta meses que el burocratismo ha hecho profunda mella en una entidad que empieza a frecuentar más los despachos oficiales que los barrios, y en los barrios se nota. Parece que el sentimiento generalizado en los barrios es que la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos de Madrid, sea lo que los vecinos quieran y en su composición. estructura, competencia y actuación responda a lo que son los barrios madrileños hoy. Esta crisis padecida por la FPAV es perfectamente reconocida en el seno de la propia Federación y, sin embargo, se demora incomprensiblemente una actuación enérgica para poner remedio. El burocratismo y los paños calientes no deberían ir con un organismo que tanto ha criticado estos defectos anteriormente.
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