Divorcio y cristianos autoritarios

No podemos dejar de asombrarnos ante el autoritarismo que en materia moral -en este caso sobre el divorcio- sustentan algunas personas. El auditor del tribunal de la Rota, Gil de las Heras (ver artículo aparecido en EL PAIS el 27 de los corrientes), que tiene el descaro de sostener que la autoridad civil no puede disolver un matrimonio de no cristianos, ya que la doctrina papal, de inspiración divina, así lo prohíbe.O sea que los no católicos ni cristianos tenemos que seguir soportando la intromisión e Imposición de una moralidad que no es la nuestra y con la que no estamos de acuerdo. Todo individuo tiene derecho a que se le respete su código moral en materias de conciencia -siempre que no atente contra la de los demás- y a que no se le impongan pautas de conducta ajenas a su ideología. porque estos teólogos autoritarios Y represivos parecen ignorar que un no cristiano tiene su propia conciencia y su propia moral, con la que se siente tan intimamente obligado corno un católico con las suyas. Por otra parte, me gustaría recordarles que conozco y hay numerosos cristianos que defienden el derecho al divorcio y que no están de acuerdo con la manera de entender ese cristianismo autoritario y antihumano de algunos moralistas que quieren hacerse portavoces de la verdad el bien absolutos.

¿Por qué se atribuyen estos señores derechos divinos para negarnos a los españoles que lo deseemos la posibilidad del divorcio cuando la pareja está desecha y no hay forma de recomponerla? ¿Por qué unos sectores «carcas» se apropian de Dios, revelació o moralidad para justificar y mantener sus propias posturas personales? ¿Por qué los que no pensamos como ellos tenemos que someternos a sus dictados morales con o si fuésemos unos irresponsables, incapaces de organizar y vivir nuestra propia vida íntima y personal del amor y el matrimonio?

Protesto enérgicamente contra los que intentan violar el derecho a la libre decisión del individuo a su vida amorosa y de conciencia, y pido la legalización y la proteción de las situaciones ilegales o ambiguas a que están sometidas inumerables parejas españolas, mediante una justa ley del divorcio.