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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

«Un suave destello pornográfico»

«Resulta absurdo ver publicadas en diarios y revistas nacionales, tanta crítica alimentadora de falsas ideas sobre castidad, a las que ha dado pie la introducción en España de un suave destello pornográfico.Hace algunos días, en esta misma sección, se permitía un señor de Pamplona, comparar los delitos de robo, asesinato y violación, con el voluntario disfrute de un espectáculo pornográfico. Olvida ese señor, o ignora, que la pornografía tiene efectos terapéuticos entre el elevado porcentaje de enfermos sexuales que las actuales estructuras sociales provocan y, además, que el posible daño o beneficio que de este tipo de actividades surjan, afecta única y exclusivamente al que así lo solicite.

Al margen de lo que este señor pueda entender por material pornográfico, comprendo que la exhibición de pornografía en lugares inadecuados, donde personas a quienes no les sea grato tengan que sufriria, levante airadas protestas, pero que, por el mero hecho de lugares debidamente reservados existan, exhibiendo las exclusivas dotes naturales que la raza humana tiene para el erotismo, clamen al cielo los que pretenden ignorar que poseen tales dotes, me parece absurdo y ridículo.

Tengo mi residencia habitual en Dinamarca, país que se cuenta entre los primeros productores de material pornográfico del mundo y donde locales para su exhibición y venta pululan, pero puedo asegurar que tan sólo un porcentaje mínimo de daneses los usan o demuestran el mínimo interés por sus productos, tratándose de extranjeros, españoles también, los que forman la más numerosa clientela de estos establecimientos. La razón, probablemente, el hecho de que no está prohibido y de que por tanto no goza del atractivo de lo desconocido.

Si prohibiendo la pornografía en España creemos hacer un favor a la sociedad, contribuyendo a la conservación de las sanas costumbres morales, estamos en un gran error; el erotismo, a la vista u oculto, es una necesidad fisiológica de los humanos, condicionada por el obligado contacto con una sola hembra, tan importante como la nutrición o el sueño y, querer ignorarlo, es denigrar la actividad sexual del hombre al plano animal.

Si, por el contrario, su exhibición se autoriza, debidamente controlada y amparada por la ley, exhibicionistas, ninfómanas, reprimidos sexuales, etcétera, que forman un nutrido grupo de personas en la España de hoy, se alegrarán de tener el bálsamo adecuado para sus dolencias y el freno, necesario a sus instintos.»

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