El Milán, brillante campeón
El Milán, equipo que ha jugado mucho mejor que los restantes participantes, se ha adjudicado con justicia y brillantez el Villa de Madrid. En la primera mitad hizo una nueva exhibición de fútbol, y llegó -a acumular ventaja de tres goles. Su posterior hundimiento físico facilitó que el América, que contaba con un día más de descanso, llegara a amenazar con el empate.Repitió el Milán, de salida, la alineación que jugó ante el Athlétic de Bilbao, y repitió su exquisito fútbol. Rivera, otra vez, fue el divo cómodo, pero brillante, por el que pasaban todos los balones; Buriani fue, de nuevo, el «todoterreno» técnico e incansable; Tosetto insistió en su juego de extremo peligroso, con nervio y agresivo; Turone explicó otra lección sobre lo que debe ser el juego de un líbero seguro atrás con capacidad de desdoblarse... Y así hasta once. Incluso el internacional Capello, flojo ante el Athlétic, volvió a estar en un nivel medio.
El América con un cuatro-tres-tres rígido, apareció en la primera mitad ante el Milán como un equipo anticuado, falto de elasticidad táctica y muy inferior al Milán. El nivel técnico de sus jugadores es tan alto como el de los italianos, pero tácticamente había una enorme distancia entre uno y otro. El Milán supo abrir en el área del América huecos tan espectaculares como los que abrió en la die¡ Athlétic y, mientras las fuerzas le duraron, sumó sus goles. Cerca del descanso había amontonado ya la bonita cantidad de tres tantos de diferencia, aminorada por uno que le hizo el América, al aprovechar un desconcierto defensivo.
La segunda parte se hubiera planteado casi corno un trámite, a no ser por el hecho de que el Milán había disfrutado de veinticuatro horas de descanso menos que el América, algo que en seguida dejó notar. A medida que fueron transcurriendo los primeros minutos del segundo tiempo, los italianos comenzaron a mostrarse menos ágiles, sus pases menos precisos y, como consecuencia, su juego menos fluido. El América no vio muy claro y echó mano de su superior reserva de fuerzas físicas. El público, siempre con el débil, comenzó ajalear a los brasileños, que trataron de jugar la baza de la fuerza y ofrecieron durante muchos minutos la imagen de un equipo trotón al corte europeo. La filigrana brasileña, la brillantez intermitente que tanto les es característica, no hizo para nada su aparición. Desdeñaron la habilidad parabuscar el empate y la victoria por la vía del empuje.
El Milán, por algunos minutos, pareció ceder. Se metió en su campo, pero no se mostraba seguro en la defensa, y en los contraataques le costaba ir muy lejos, en especial por la curiosa habilidad de Braglia -que sahó en sustitución de Tosetto- para meterse en fuera de juego. Al cuarto de hora de la segunda mitad, un uevo despiste defensivo del Milán sólo tuvo esos dos lo aprovechó César para llevar el segundo gol de su equipo al marcador. Pareclá estar cerca el empate, con la consiguiente prórroga, o tal vez la victoria. Pero al América tampoco le sobraron las fuerzas. El día de más que había tenido para disfrutar el descanso sólo se tradujo en veinte minutos a la hora de partido. Veinte minutos en los que el Milán los pasó mal, pero después de los cuales pudo relajarse de nuevo. El América, agotado, por el campo blando y por el esfuerzo de esos minutos jugados a un ritmo que no le es propio, cedió. El Milán se quedó atrás, pero más porque ésa es la parcela que prefieren todos los equipos italianos, aunque el América le arrinconara, y dejó pasar los minutos para recoger la copa que tan brillantemente ha ganado. De los 180 minutos que ha jugado, 135 fueron impresionantes.
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