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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El escándalo del pan

LA PATRONAL del pan ha descubierto el kilo de setecientos gramos. Por hallazgos menos espectaculares otros han cumplido largos años de prisión. Se pongan como se pongan los industriales panaderos, poco eco favorable recabarán para su actitud. La huelga de la patronal del pan es arbitraría, antisocial y hasta políticamente sospechosa. Tiéntense la ropa los sólidamente unidos patronos del pan cuando sus obreros planteen alguna reivindicación. Mal ejemplo les han dado. Veremos su opinión cuando un tahonero descubra la hora de trabajo de sesenta segundos como elemento negociador en un conflicto laboral.Que la huelga es antisocial parece claro. No es demagógico estimar que los trabajadores del pan se habrían pensado dos veces una huelga de este tipo. Porque el pan sigue siendo parte de la dieta básica de las más modestas economías. El pan que ayer faltó en Madrid no ha sido precisamente echado en falta en los salones de los restaurantes de lujo.

Y tras el amago de los transportistas -también los patronos-, ahora vuelve otro producto-servicio básico a quedar en precario, colocando a la población al borde de la preocupación y la alarma, haciendo una patronal gran alarde.de todo lo que se abstuvo de reclamar en los últimos cuarenta años.

La actitud del Gobierno Civil de Madrid de detener y pasar a disposición judicial a ocho presuntos responsables de un mero fraude público, no sólo no es ajustada a Derecho, sino exigencia y respeto hacia el consumidor. Es obvio, como dice el Gobierno Civil de Madrid, que «el delito no es negociable". Negociar, como parecen pretender los industriales del pan, bajo la presión del fraude consumado y público y la negativa a, aceptar responsabilidades judiciales, entrafia una actitud netamente incivil e inaceptable.

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Los panaderos presionan al Gobierno con un argumento, el precio del pan, en el que sólo ellos tienen voz, con el visto bueno, la mayoría de las veces, de algunos funcionarios del Ministerio de Comercio. Urge dar participación en la elaboración de los escandalos, artículo de fe obligada para el consumidor, a los representantes de los que cada día compran el pan y a los quecada noche lo fabrican. Alguien, libre de sospechas, tiene la obligación de hacer un escandallo justo que acabe con las subidas precipitadas y el continuo fraude en el peso y calidad del pan por parte de quienes no sólo monopolizan su producción, sino también su distribución en ciudades como Madrid.

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