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El Rey señala la necesidad de una nueva Constitución

Cincuenta y cuatro años después de que el último monarca del antiguo régimen, Alfonso XIII, presidiera una sesión de apertura de las Cortes españolas, un nieto suyo, el rey don Juan Carlos inauguraba la primera legislatura de las Cortes democráticas, expresión de la voluntad popular ejercida por primera vez, tras cuarenta años de dictadura franquista, el pasado 15 de junio. Con la frase «La democracia ha comenzado» el Rey se presentó ayer ante los diputados y senadores como un Monarca constitucional, integrador y arbitral y personificador supremo de la soberanía popular.

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El acto celebrado a mediodía de ayer en el palacio de las Cortes antiguo Congreso de Diputados presentaba, en un principio, un cariz más protocolario que político al tratarse de una ceremonia común en las monarquías democráticas europeas. como es la apertura del Parlamento por el monarca. Pero el discurso de don Juan Carlos resultó menos protocolario y más definitorio de su postura corno Jefe de Estado integrador, árbitro de las distintas corrientes políticas presentes en la vida del país.La acogida general entre los parlamentarios del discurso real fue positiva, y la mayoría de ellos destacaron el deseo de don, Juan Carlos de que la Monarquía sea constitucional. junto a su opinión de que el objetivo más importante a alcanzar de inmediato es la redacción de una nueva Constitución «que dé cabida a todas las peculiaridades de nuestro pueblo y que garantice sus derechos históricos actuales».

Los parlamentarios destacaron de las palabras de don Juan Carlos aquéllas dirigidas al reconocimiento de la soberanía popular el respeto a todas y cada una de las ideologías representadas en la «que cuentan con el respaldo del pueblo español». Tal como se desprende de la encuesta de urgencia entre los diputados v senadores -que publicarnos en otro lugar de estas páginas- los representantes de los partidos de derecha y centro se mostraron satisfechos y dedicaron frases elogiosas al discurso.

Los parlamentarios de la izquierda fueron más cautos en sus respuestas, y aunque destacaron la mención del Rey sobre la nueva Constitución. algunos de ellos se mostraron defraudados por la falta de concreción en el tema de la amnistía en el del reconocimiento de las nacionalidades y regiones.

Llegada de los Reyes

Los nuevos parlamentarios fueron madrugadores para asistir a esta «sesión solemne de inauguración de la primera legislatura de las Cortes de la Monarquía», calificada por muchos de histórica. Desde las diez de la mañana, diputados y senadores comenzaron a ocupar sus escaños mientras en la calle. con toda la zona fuertemente vigilada por la Policía Armada, numerosos curiosos observaban la llegada de los políticos.

La norma de protocolo sobre la vestimenta -traje oscuro- fue observada por la mayoría de los parlamentarios. salvo alguna excepción (como la del gitano señor Heredia, de la UCD, con chaqueta blanca, y la de algunos socialistas sin corbata. Los diputados y senadores se sentaron en la Cámara como lo habían hecho en ocasiones anteriores: PSOE, PCE y grupos de las nacionalidades a la izquierda, UCD en el centro y la derecha y AP. arriba a la derecha. El Gobierno en pleno ocupó el banco azul en la primera línea del hemiciclo.

A las doce menos cinco llegaron los Reyes a la puerta del palacio de las Cortes, donde fueron recibidos por el presidente del Gobierno, el de las Cortes, el del Congreso y el Senado y las mesas de las respectivas Cámaras. Al hacer acto de presencia don Juan Carlos y doña Sofía ante el hemiciclo, los invitados de las tribunas de público iniciaron una ovación que fue secundada por la mayoría de los parlamentarios. Tan solo los miembros del PSOE permanecieron en pie, en actitud respetuosa, sin aplaudir, mientras sí lo hacían los comunistas y otros representantes de Izquierda.

La actitud del PSOE fue explicada por Alfonso Guerra, aduciendo dos motivos: uno, no es normal en las Cámaras democráticas ovacionar al jefe del Estado sólo por su presencia, dos, expresar su disconformidad con la coincidencia de fechas entre esta sesión y la de proclamación de don Juan Carlos como sucesor en la Jefatura del Estado.

El presidente de las Cortes, Antonio Hernández Gil, anunció que el Rey iba a dirigir la palabra, y de pie, sobre un estrado colocado a su derecha, don Juan Carlos leyó durante diecisiete minutos su discurso, con tono firme y semblante en ocasiones emocionado. La Reina, sentada a su izquierda, siguió con atención sus palabras. En las tribunas del público se hallaban los miembros de la familia real -el duque de Calabria, el duque de Cádiz, los duques de Badajoz y la infanta Margarita y su esposo-; el cuerpo diplomático -encabezado por monseñor Dadaglío-, y numerosos invitados, principalmente público femenino (entre el que se encontraban las esposas de los presidentes del Gobierno y de las Cortes y la cantante Massiel).

Cuando el Rey finalizó su discurso y levantó la sesión, se oyó en el hemiciclo un aplauso prolongado, en el que, esta vez sí, participaron todos, hasta los socialistas. Momentos después, y tras una breve charla con los miembros de la mesa del Senado y del Congreso, en uno de los salones, los Reyes abandonaron el palacio de las Cortes, mientras los parlamentarios permanecían en corrillos en los pasillos.

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