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El acuerdo programático en Italia venció, pero Andreotti no convenció

El acuerdo concertado por comunistas, democristianos, socialistas, socialdemócratas, republicanos y liberales sobre un programa de gobierno urgente fue votado anteanoche por la Cámara de Diputados italiana por 442 votos a favor y 87 en contra. De los 545 diputados presentes votaron 529, hubo dieciséis abstenciones y noventa ausencias. Contrarios han sido los demoproletarios, los radicales neofascistas, mientras que los demonacionales y los surtiroleses de lengua alemana se abstuvieron.Los socialistas han acogido el discurso de Andreotti como un discurso de «abstención», políticamente insuficiente, pese a que el diputado socialista Giacomo Mancini lo haya definido mejor que los discursos de los secretarios de partido. A los republicanos no les satisface la parte económica. A los demoproletarios no les gusta el tono de tomadura de pelo del primer ministro, como si dijera «muy bienmuchachos, adelante mientras yo pienso por vosotros». Según el radical Panella no se defiende la democracia con medidas dictatoriales o liberales. Los neofascistas sintetizan la situación diciendo que «Andreotti teoriza, Berlinguer realiza y Moscú aplaude».

La verdad es que Andreotti se inspira en un pragmatismo poco entusiasta, pero concreto. Democristianos y comunistas se han convencido de que no se puede ir adelante con un par de atentados por día, con una economía amenazada, con miles de jóvenes desocupados, con una máquina pública que se atasca. La filosofía política de Andreotti sería muy simple «a mal tiempo, buena cara».

Mientras el hombre de la calle espera un aumento de las tarifas de los servicios públicos, incluidos los transportes, el pago de un «ticket moderado», limitado, en la compra de las medicinas facilitadas por las mutualidades, la introducción de un impuesto sobre inmuebles destinado a los municipios, grandes cortes al gasto público, la fiscalización de las cargas sociales por la que el Estado correría con la mayor parte de las contribuciones de previsión y asistencia que ahora corren a cargo de los industriales.

Sin política exterior

El punto, en toda la situación, que poderosamente llama la atención de los periodistas es la ausencia de la política exteriores el acuerdo de los seis partidos frente al febril activismo de Andreotti. Sin tomarse un sólo día de vacaciones, Andreotti se entrevista mañana en París con Giscard d'Estaing y el primer ministro Raymond Barre. Concluye hoy una visita oficial de dos días a' Italia el ministro de la Defensa francés, Yvon Bourges, con quien Andreotti conversó ayer. El 26 próximo, Andreotti vuelve a viajar a Estados Unidos para entrevistarse con Carter, Vance y el ministro del Tesoro, Blumenthal. Y probablemente para halagar a Giscard d'Estaing, Andreotti regresará de Estados Unidos en el gigantesco Concorde. Luego visitará también Lisboa.Está claro que Andreotti no va esta vez a «pedir», ni Washington cree hoy que los problemas italianos sean más. graves de cuanto puedan serio los franceses, portugueses o ingleses.

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Tampoco creen los americanos que la exclusión de la política exterior del acuerdo programático italiano sea casual. Aparte de la fe europea de los comunistas italianos, no se sabe lo que piensan, o como se comportarían, en el caso de un deterioro de la distensión internacional y en el caso en que, después de Tito, el destino de Europa tuviera que decidirse en Yugoslavia o en los Balcanes. Sobre estos puntos no se conoce acuerdo alguno entre democristianos y comunistas, y es probable que, precisamente por eso, de ello hable con los americanos el "programátIco» Andreotti.

Es indicativo, de todos modos, que en un reciente artículo polémico, el presidente de la De mocracia Cristiana, Aldo Moro, haya insistido en que en la política internacional no son posibles ni útiles los directorios. Evitar esa «estructura jerárquica en la futura Europa es un problema más de política interior italiana que ex teríor». El artículo de Moro, que se titula «A pesar de todo seguimos siendo un gran país», demuestra la convicción de que Italia tiene capacidad tanto para evitar el directorio de los demás cuanto para imponerio ella.

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