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Los hinchas bilbaínos, apedreados a su paso por Burgos

Más de sesenta transportistas de Vizcaya, Alava, Santander y Guipúzcoa, afectados por los destrozos de varios millones de pesetas producidos en sus autobuses a su paso por Burgos, enviarán una carta de protesta al ministro de la Gobernación, solicitando la aclaración de los hechos. Al señor Martin Villa se le dará también cuenta de la existencia de más de una treintena de heridos -algunos de consideración- y del comportamiento de la fuerza pública, que, en opinión de los transportistas afectados no actuó con la debida diligencia.

Ayer en Bilbao una docena de los transportistas y viajeros informaron en una rueda de prensa que los puntos clave del conflicto fueron el barrio de Gamonal, en Burgos -en donde fueron atacados a pedradas los autobuses vascos-, y el puerto de la Brújula, en donde los viajeros y conductores, en señal de protesta por las violencias sufridas en Burgos, plantaron sus coches en mitad de la carretera.Según informa la agencia Cifra, los incidentes se desencadenaron después de que ocupantes de vehículos se dirigieran en tono exaltado a los transeúntes. Los doce conductores presentes en la rueda de prensa afirmaron que son falsas y calumniosas las informaciones aparecidas en la prensa de Burgos y en algún otro periódico, señalando que los bilbaínos, a su paso por Burgos, habían provocado a la población mostrando ikurriñas, tirando pan «para estos hambrientos», y billetes de mil y profiriendo gritos e insultos.

«Eso es absolutamente falso, -afirma un conductor al que rompieron nueve lunas-, porque la mayoría de los conductores habían dado órdenes al pasaje de que no hiciera muestras ostensibles de ikurriñas y que se mantuvieran sentados. Aparte de ello, en más de un 60 % de los autobuses afectados, los cristales no pueden abrirse, dado que son vehículos refrigerados. Difícilmente alguien pudo sacar la cabeza o una ikurriña o insultar directamente a nadie.

Según estas versiones, entre las cinco y las ocho y media de la noche los autocares fueron apedreados a su paso por el barrio de Gamonal, en donde fueron concentrándose un alto número de personas -los conductores aseguran que llegaron a reunirse en algunos puntos 2.000 y 3.000 personas- que frecuentemente insultaron a los ocupantes de los coches con gritos de asesinos y gestos de mal tono.

«Cuando yo pasé por allí -señala un chófer, cuyo autocar sufrió la pérdida de tres lunas- eran las seis de la tarde. Había casi 3.000 personas a ambos lados de la calzada. Nos lanzaron piedras sin que los policías armados y municipales lo evitaran. Ya antes de llegar a Burgos, automovilistas nos habían advertido que no entráramos a la capital o la bordeáramos, pues nos estaban esperando,»

«Yo vi -dice otro- cómo un joven de unos diecinueve años, con barba, me rompía varias lunas, y cómo un policía armado al que se lo denuncié no fue capaz de detenerlo. Eran las siete y cuarto de la tarde.»

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El doctor Ufmalicha, presidente de la Asociación de Ayuda en Carretera, que había organizado «la marcha rojiblanca», declaraba ayer a los medios informativos bilbaínos: «Lo ocurrido en Burgos y en el alto de la Brújula fue bochornoso, desagradable, intolerable. Nadie de la caravana provocó; los burgaleses apedrearon a los vehículos, provocando, aparte de los daños materiales, varios heridos, teniendo que ser internada una persona en Galdácano con golpe de piedra en la región frontal, herida contusa y conmoción cerebral. Tuvimos que medicar a muchas personas con calmantes debido a los ataques de nervios. Los hechos no me atreví a denunciarlos en Burgos, porque creo que era perder el tiempo, pero aquí sí me atrevo.»

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