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Los movimientos de liberación africanos piden medidas efectivas contra el racismo

La Conferencia Mundial contra el Racismo y el colonialismo en Africa austral, celebrada en Lisboa del 16 al 20 de junio, constituye probablemente un acontecimiento de importancia para una geostrategia mundial en la que Africa, y Africa austral más particularmente, se reviste de una importancia creciente.

A esta conferencia han asistido 240 delegados, en representación de 74 países, y más de cuarenta organizaciones internacionales y movimientos de liberación nacional, varias decenas de personalidades intelectuales, religiosas, políticas y sindicales, y ha contado con el apoyo explícito de catorce jefes de Estado, que enviaron mensajes de adhesión, así como también el secretario general de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim. Según las palabras del profesor Magalhaes Godinho que presidió la sesión inaugural, estas presencias y adhesiones confieren a la reunión de Lisboa «una autoridad moral que será difícil contestar».La importancia de esta reunión ha venido marcada por el giro que consiguieron dar a los trabajos, desde la primera sesión, los representantes de los movimientos de liberación de Zimbabwe, Namibia y Africa del Sur, respaldados por los países africanos de la «Iínea de frente», por los países árabes progresistas y los movimientos de liberación árabes, encabezados por la OLP y el Frente Polisario.

Lucha armada

El profesor Godinho, ombudsman de la República portuguesa, destacada figura del PS portugués, quiso colocar la conferencia en el plano de la reprobación moral, exhortando a todos los países a dejar de proporcionar armas a cualquiera de las partes en conflicto, para no complicar aún más la situación, entorpeciendo así una solución pacífica y política. Josua Nkomo, en nombre del Frente Patriótico de Zimbabwe (resultado de la unión entre ZANU y ZAPU), hizo pedazos de estas tesis «humanitarias». Durante hora y media, Nkomo, con una truculencia que hizo de él la figura carismática más notable de la reunión, exigió, en nombre de todos los movimientos de liberación, «no manojos de resoluciones, como se adoptan en la ONU o en la OUA, sino manojos de actos concretos, manojos de armas».Nkomo recordó que cuando empezó a luchar por una solución negociada para Rodesia tenía el pelo «negro y bonito» y que, entretanto, ha encanecido y ha pasado once años en la cárcel por «querer conversar con el señor Smith».

La tesis de los movimientos de liberación es simple: ellos han sido forzados a la lucha armada por la intransigencia de los Gobiernos de Africa austral, esta lucha armada ha conseguido ya hacer mudar de parecer a las potencias occidentates, que, después de cerrar los ojos sobre los atropellos de dichos regímenes, están ahora desplegando esfuerzos en favor de una solución negociada. Pero esta última está ya sobrepasada, en el sentido que existe una situación de guerra y no es posible volver atrás: cada uno tiene que decidir en qué bando se inscribe, comportándose como verdadero aliado en la guerra contra el racismo y el apartheid, es decir, tomando medidas concretas (armas para los que luchan y, como pediría Oliver Tambo, en nombre del African National Congres de Africa del Sur, medidas efectivas de bloqueo económico y militar contra el régimen de Vorster).

Críticas a Occidente

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La crítica severa de la actitud de las potencias occidentales (el «gang de los cinco», como llamó Tambo a Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, República Federal de Alemania y Japón, ha sido una de las dominantes de las intervenciones.La reunión de Lisboa puede, a breve plazo, colocar a la OUA y a la OSPAA (Organización de Solidaridad de los Pueblos Afroasiáticos) frente a opciones decisivas. La denuncia severa de la duplicidad de la ofensiva occidental, encabezada por el embajador norteamericano Andrew Young, en Africa austral, pone, indirectamente, en cuestión la posición de los regímenes pro occidentales africanos y árabes. El único incidente, registrado en la comisión política, ha sido revelador en este sentido: la admisión, con el apoyo activo de los movimientos de liberación de Africa austral y de los países de la «Iínea de frente», de un representante de la oposición al régimen de Mobutu en el Zaire, un delegado del PRP (Partido de la Revolución del Pueblo) levantó el problema de la reciente intervención de Marruecos y Egipto en favor de Mobutu, cuya connivencia con los regímenes blancos de Africa austral denuncio el delegado del PRP. Los representantes marroquí y egipcio reaccionaron airadamente contra lo que consideraban un desvío de las intenciones de la conferencia, pero pudieron constatar su aislamiento. Ni siquiera Senegal se sintió en condiciones favorables para apoyarlos.

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