Gary Tarantino,
canadiense, ha montado lo que lleva camino de ser el negocio del siglo: un servicio de grúas para remolque de ebrios. El único problema parece ser el de que el conductor reconozca realmente que no está en condiciones de conducir. «Creemos -dice el avispado canadiense- que la razón por la que mucha gente conduce después de haber bebido demasiado es sólo porque al día siguiente quiere tener el coche. Por eso creamos este servicio.» El precio, en zonas urbanas -teniendo en cuenta que casi siempre el servicio es nocturno o de madrugada-, es de veinte dólares (1.400 pesetas).
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