La juventud ante el cambio
La nueva generación, la de la nueva conciencia, con ese entusiasmo y esa sensibilidad tan acusada que la juventud tiene ante cualquier fenómeno transcendental, ha seguido los últimos acontecimientos políticos del país con un interés propio de esas ocasiones en las que se presiente un suceso extraordinario.Millones de hombres y mujeres españoles, nuevamente. depositarios de la soberania_nacional, acuden masivamente a la primera convocatoria de elecciones generales que se realiza en España después de cuarenta años. Y de entre estos millones de ciudadanos, una significativa parte corresponde a jóvenes de ambos sexos, cuyo peso electoral especifico es de gran importancia a la hora del escrutinio final. Los jóvenes españoles son plenamente conscientes de la transcendencia y el significado del 15 de junio. Este día pasará a nuestra historia como la primera fecha real del cambio. Como la primera huella cierta de la democracia que se avecina. La rueda del tiempo no gira hacia atrás, sino siempre. adelante, y la hora de la democracia formal ya ha sonado para España de modo felizmente irreversible. La cosa no tiene remedio, aunque le duela a unos pocos. Y dentro de este nuevo orden, existe una juventud pujante que surge con más peso específico cada día como fuerza social, y que no debe ser marginada de los centros de decisión política. Una juventud sana y madura, pese a algunas excepciones extremistas y fanáticas. Una juventud para la cual la historia es únicamente pasado y que mira hacia adelante en el porvenir.
Dentro de los múltiples problemas que afectan a nuestra juventud cabe citar, en primer lugar, el tema laboral con el grave problema del paro. Se hace urgente solucionar el problema del paro joven, con casi medio millón de parados menores de veinticinco años. Actualmente, en la mayoría de los hogares de trabajadores el paro juvenil es una fuente de preocupación. El 70% de las personas que están buscando trabajo son jóvenes que quieren comenzar a trabajar. La mitad de los hijos en paro pertenecen a los hogares más pobres. Es pues necesario que el Estado ayude a los que tratan de buscar su primer empleo para abrirse camino en la vida y que establezca un seguro de paro suficiente y eficaz. Igualmente, será necesaria una mejoría gradual de las condiciones de trabajo y una formación sólida y permanente de los Jóvenes trabajadores, siendo sus estudios costeados por la sociedad. Y se hará también preciso analizar la inestabilidad en el empleo de los jóvenes causada por la larga prestación del servicio militar y la implantación de una eficaz legislación laboral que contemple, entre otros varios aspectos, la prohibición de que el joven sea rehusado del empleo por no tener el servicio militar cumplido.
Dentro de la revisión general del sector educativo que se avecina se deberá de contemplar, entre otras profundas medidas de carácter estructural, que la educación sea obligatoria y gratuita hasta los máximos nivele, posibles, generalizando además, la enseñanza técnica y profesional; que el acceso de los estudios superiores sea abierto a todos en igualdad de oportunidades; la promoción entre la juventud de una auténtica y real educación popular; la promoción de las instituciones de investigación y cultura, y la difusión de la cultura a todos los niveles, comenzando por la más temprana edad. El mayor grado de libertad individual sólo podrá alcanzarse mediante una educación que le haga comprender a la juventud lo que significa verdaderamente la libertad. En definitiva, se trata de hacer posible para las nuevas generaciones esa sociedad de «hombres libres, honrados e inteligentes» que soñara un ilustre político español.
La juventud española y la realidad del país exigirán en breve la revisión de la ley Electoral que deja sin derecho de participar activamente en la vida pública a dos miliones de jóvenes, comprendidos entre los dieciocho y los veintiún años, negándoles el derecho al voto. Por otra parte, los jóvene aspiran a la legalización sin exclusiones de todas las organizaciones juveniles, y que a través de éstas puedan participar en la lucha por el control de la juventud basándose en sus propias organizaciones; el patrimonio de la juventud será reintegrado de esta forma a sus propios dueños.
Y en el orden político, ¿cuál será la inclinación de los jóvenes españoles en las elecciones? La juventud no es homogénea en lo político y sus opciones se dividirán, por tanto, entre el amplio aspecto de las alternativas electorales. Nuestra juventud necesita puntos de referencia actuales, físicos, no ya tan doctrinales. En este sentido, muy pocos partidos han sabido realmente conectar con los jóvenes y levantar sus ideales y su capacidad de entusiasmo. Ningún partido ha izado eficazmente la bandera de la defensa de los derechos políticos, sociales y económicos de la juventud. De todas formas, es seguro que la gran mayoría del voto joven se repartirá entre las opciones políticas que, tomando como base el reconocimiento absoluto de la democracia y de las liberta des individuales, son las preponderantes en las democracias occidentales avanzadas; socialismo, socialdemocracia, democracia cristiana y liberalismo. El orden político tiene que ser constituido de nuevo, de nuevo organizado. Los partidos demócratas tienen todos esbozado su modelo de Constitución. Después de las elecciones surgirán nuevos nacidos de pactos y alianzas parlamentarias. Excluyendo largas exposiciones dogmáticas y formales, la mayoría de los jóvenes esperan ver recogidos en una nueva Constitución que sea válida para el futuro dos aspiraciones comunes a casi todos los ciudadanos del país: el reconocimiento de las autonomías de todos los pueblos de España y la incorporación de los principios de la Carta Social Europea y de la Declaración Europea de Derechos del Hombre. He dejado para el final la actitud de la juventud con respecto a la forma de Estado. De una forma general, cabe afirmar el respeto de la juventud a la monarquía. Los jóvenes de hoy huyen del misticismo palatino que señaló Ortega y ven, principalmente, en la monarquía una función moderadora situada por encima de grupos de intereses, clases, partidos o coaliciones de los mismos. Un monarca no considera la vida del Estado a través de las lentes de un partido, sino de forma imparcial y arbitral, al contrario de la república de partidos en la que el propio presidente es un hombre de partido. El rey, como guardián y defensor supremo del Derecho, está por encima de los partidos. Y conviene señalar ahora el continuo recuerdo del rey Juan Carlos I a la juventud y a sus aspiraciones y esperanzas, tanto en sus discursos considerados como fundamentales como en otros pronunciados durante sus numerosos viajes a lo largo y a lo ancho de la geografía española. Aunque ha llegado a volar muy alto en los últimos tiempos, todavía es posible que España recupere a la fugitiva paloma de la paz. Que deje de volar y que se asiente definitivamente entre nosotros es el deseo de la juventud española. Que nuestro futuro cercano se ilumine con paz y esperanza. Sin ellas, un pueblo no puede vivir.
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