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Piden un Ministerio de Comunicaciones

Las redes de telecomunicación en España, que suponen fuertes inversiones económicas, están muy dispersas, con dualidad de oficinas, personal y tendidos y con una carencia total de planificación. En España hay cinco redes paralelas de que podrían ser una sola. La solución, a juicio de muchos sectores, sería crear un Ministerio de Comunicaciones. Pero contra esto se cruzan fuertes intereses, principalmente de la Compañía Telefónica. Lola Galán informa sobre el tema.

La grave situación de dispersión anárquica de las distintas redes de telecomunicación que funcionan en España, con el correspondiente derroche de medios económicos y técnicos que esto representa, han llevado a la Asociación de Funcionarios del Cuerpo de Ingenieros de Telecomunicación a oponerse a la reestructuración parcial del Cuerpo de Correos y Telégrafos para exigir la completa revisión del sector y su funcionamiento centralizado en un organismo dependiente del Estado.Los servicios postales y de telecomunicación, que incluyen el transporte de información a distancia, es decir, telegrafía, telefonía, radiodifusión, televisión y servicios complementarios, tienen una importancia social y comercial indiscutible en nuestros días, y suponen unas elevadas inversiones económicas. Baste considerar que el conjunto de los activos del sector supera los 400.000 millones de pesetas. Un 1 % de la población activa española, es decir, 110.000 trabajadores, están empleados en el mismo, del que se benefician además varios millones de usuarios.A pesar de esta indiscutible importancia y del perjuicio que para la economía nacional supone la dispersión de estas redes y su explotación parcial y en función de intereses privados, nada se ha hecho en los últimos años para evitarlo. Por el contrario, se ha seguido potenciando la proliferación de redes de telecomunicación independientes, con dualidad de oficinas, de personal y de tendidos, con una carencia total de planificación armónica en la explotación de este servicio público.

Actualmente, el caos es tal que dentro de la telecomunicación se dan los siguientes desajustes: mientras Correos y Telégrafos están a cargo de la Dirección General de Correos y Telecomunicación, que depende del Ministerio de la Gobernación, el servicio telefónico está explotado por la Compañía Telefónica Nacional de España, en régimen de concesión. La radiodifusión y televisión, por su parte, son explotadas por la Administración a través de la Dirección General de Radiodifusión y Televisión, que depende del Ministerio de Información y Turismo, en régimen especial.

El monopolio de la Telefónica

Todo ello a pesar de que se trata del mismo vehículo técnico, del mismo ámbito de la comunicación Son cinco en total las redes paralelas tendidas sobre o bajo suelo español, que muy bien podrían ser una sola, con lo que todo quedaría felizmente simplificado. Si la red de radioenlaces de radio y televisión, de Telefónica, de los Ministerios del Aire y del Ejército, de Telégrafos, puede ser una sola y funcionar conjuntamente, controlada por un organismo superior que la planifique y coordine, surge inmediatamente la pregunta: ¿Por qué no constituir un Ministerio de Comunicáciones?«Se da la paradoja -afirma un portavoz de los ingenieros de la Dirección de Correos y Telégrafos- de que, a pesar de ser nosotros un organismo estatal, cuando es necesario realizar la importación de un material necesario se nos ha ce pagar derechos de aduana, lo que supone recortar en casi un 40 % nuestro presupuesto. Sin embargo, Telefónica no paga aduanas por ser empresa del INI. Su grado de movilidad es infinitamente mayor que el nuestro, al disponer de un capital que utiliza directamente. Para nosotros, la compra de un terreno en el que colocar un poste es una maniobra que puede demorarse hasta diez años, con lo que esto significa en un mundo tan cambiante como el de la telecomunicación. Ello motiva el que no podamos instalar los servicios de telex que se nos requieren en muchas ocasiones, pues este sistema está cobrando un enorme auge. Incluso, aunque varios organismos oficiales, tales como la Dirección General de Seguridad y los gobiernos civiles, por ejemplo, hagan uso de nuestra red de radioenlaces, una vez que la comunicación entra en el casco urbano pasa a través de los canales de Telefónica, cosa que, en nuestra opinión, perjudica o podría perjudicar un servicio estrictamentes confidencial. »

La Asociación de Funcionarios del Cuerpo de Ingenieros de la Telecomunicación denuncia, asimismo, la imposibilidad de desarrollo de la dirección general de la que dependen, ante la falta de una política tendente a superar el actual desajuste entre los sectores deficitarios de la comunicación, como puede ser el servicio postal, o el servicio de telegramas, por ejemplo, y el verdaderamente rentable, caso del telefónico o la televisión.

Actualmente, ellos soportan el primero de ambos, mientras empresas privadas como Telefónica explotan lo que de más lucrativo tiene la comunicacion.

«Incluso las cajas de ahorro vinculadas a esta Dirección General de Correos pueden conceder un préstamo a Telefónica para que extienda una red a su servicio, mientras a nosotros ni siquiera nos han planteado la posibilidad de instalarlo o de usar nuestras líneas, a pesar de que son gratuitas. Nosotros pensamos, incluso, que los problemas de violación de correspondencia o de escuchas podrían evitarse mediante esta estructuración que pusiera en manos de funcionarios, y no de empleados privados, este importantísimo sector», afirma el mismo portavoz.

Desde Renfe a Iberduero

Si no se pone fin a esta situación, las cosas irán evolucionando cada vez a peor. «Tenemos noticias de que la propia Renfe está pensando ya en montar una nueva red de radioenlaces para su uso exclusivo, lo cual es verdaderamente inexplicable, ya que puede utilizar las ya tendidas por Telégrafos, como lo hace, por ejemplo, el servicio aéreo para reserva de billetes. Porque, aunque es cierto que las grandes empresa del tipo Iberduero y demás cuentan con sus propias redes, no hay que olvidar que se trata de empresas privadas, que no es el caso de Renfe.»Los intereses de la más fuerte de estas empresas de telecomunicación, es decir, de la Compañía Telefónica, son, en cierta medida, el freno a la creación de un ministerio especial que agrupe a todas estas ramas desgajadas de la comunicación y sobre el que el propio usuario pueda ejercer un control. Para tal efecto, la Asociación de Funcionarios del Cuerpo de Ingenieros de Telecomunicación propone la constitución de un Consejo de Usuarios independiente de la corporación o ministerio.

Los intereses privados son, pues, el único obstáculo al que se enfrenta esta opción lógica y racional que desde hace tiempo funciona en los países de la Europa desarrollada.

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