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Intenciones y buenos propósitos de la banca suiza

El escándalo financiero registrado en Suiza en la segunda quincena del mes de abril, en el cual apareció comprometida la sucursal de Chiasso del Credit Suisse (tercer banco en importancia de Suiza), en 3.000 millones de francos (42.000 millones de pesetas) sumada a otra operación fraudulenta, pero menor, descubierta en el Leclerc et Cie., ha tenido una primera repercusión en el denominado «secreto bancario suizo» que. para algunos constituye «un gran paso», pero sin embargo para otros es una simple maniobra destinada a dejar las cosas en el mismo lugar donde estuvieron siempre.En efecto, hace unos días, la Banca Nacional Suiza (BMS) y la Asociación Suiza de Banqueros (ASB) negociaron un convenio referente al secreto bancario que dista mucho de suprimirlo, en contradicción a lo que se venía anunciando.

El convenio, en resumen, pretende que los bancos se preocupen de identificar cuidadosamente a sus clientes, con el objeto de que el secreto bancario, no se preste para encubrir abusos de tipo financiero; prohíbe la aceptación de fondos de origen dudoso o directamente fraudulentos y prohíbe igualmente toda actividad de asesoramiento destinada a la fuga de capitales, controlada por un organismo especial que podrá aplicar hasta diez millones de francos suizos de multa (278 millones de pesetas).

Según los expertos, se trata de codificación en torno a un sistema que por naturaleza es prácticamente imposible de reglamentar o de hacer cumplir sus disposiciones.

¿Serán considerados fraudulentos los fondos depositados en cuentas secretas por los dictadores de decenas de países?, ¿o las pesetas convertidas ilegalmente en dólares, y depositadas en Suiza?

Por otra parte, la prohibición de prestar asesoramiento para la fuga de capitales nunca ha sido un hecho comprobado públicamente, aunque se conoce de la existencia de técnicos en la materia.

Hasta hace menos de un año, los bancos helvéticos emitían folletos dando a conocer las virtudes del secreto bancario. Estas y otras cualidades inherentes a los bancos suizos fueron duramente cuestionadas a la luz del escándalo del Credit Suisse, que a su vez permitió conocer otros fraudes bancarios menores ocurridos durante el año 1976, cuidadosamente silenciados.

Otro proyecto, el de legislar sobre un real y mayor control de las instituciones bancarias para que no se vuelva a producir lo del Credit Suisse y otros fraudes menores, ha quedado hasta el momento en el enunciado de las buenas intenciones.

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