El Toisón, una orden sin fronteras
El Rey de España ha otorgado al duque de Fernández- Miranda, presidente dimisionario de las Cortes, la orden del Toisón de Oro. Para los expertos, la insigne y soberana orden del Toisón de Oro, es la más ilustre de las condecoraciones del mundo. Fundada por Felipe III, duque de Borgoña, en 1430, se vinculó a la Corona de España cuando Carlos de Gante se convirtió en rey de Castilla, como nieto de los Reyes Católicos. Carlos I de España y V de Alemania incorporó el collar con el vellocino de oro al escudo real, y desde entonces. todos los reyes españoles han sido duques de Borgoña y soberanos de la Orden del Toisón. El penúltimo de ellos lo ha sido, durante 36 años, don Juan de Borbón, conde de Barcelona, hasta la cesión de sus derechos en favor de su hijo don Juan Carlos.En la actualidad existen diez personas que ostentan dicho galardón. Por orden de antigüedad son las siguientes (además de don Juan Carlos y el Conde de Barcelona): Leopoldo III de Bélgica, el infante don Luis Alfonso de Baviera y Borbón, Humberto de Saboya, Hiro-Hito, Balduino de Bélgica, Constantino de Grecia, Carlos de Borbón Dos-Sicilias. primo del Rey, y, por último, Torcuato Fernández Miranda y Hevia, que ocupa, pues, el décimo lugar.
Entre las personas que en el pasado lo han ostentado se pueden citar a Echegaray; el historiador Llorente; los generales Espartero, Weyler y San Miguel, así como los políticos Cánovas, Sagasta, Maura y otros.
Alfonso XIII concedió el Toisón de Oro a su nieto don Juan Carlos al nacer éste, en enero de 1938.
De hecho, han coexistido en el Toisón de Oro dos distintos niveles: el primero, con un numerus clausus de cincuenta miembros, destinado a soberanos y jefes de Estado. El collar debe ser devuelto al gran maestre (en la actualidad don Juan Carlos) a la muerte del condecorado. En el nivel político, los últimos Borbones concedieron varias veces la condecoración a estadistas o personalidades eminentes. El último presidente de Parlamento que tuvo el toisón fue don Antonio Maura. Ya retirado de la política, y poco antes de morir, fue invitado a palacio, para una recepción oficial. De su solapa colgaba la minúscula cinta roja con el cordero dorado. Según el orden jerárquico, los caballeros del Toisón tenían un puesto preeminente, por elelante incluso de los ministros del Gobierno. En aquella ocasión, Maura, bastante sencillo en sus costunabres, pero muy celoso de su toisón, observó que su puesto en la mesa venía después del ministro de Estado. Y sin más excusas abandonó palacio antes de la cena.
-¿Qué ocurre, don Antonio?, ¿no puede quedarse- -preguntó el jefe del Gobierno.
-Yo, sí -dijo Maura señalando la solapa-, pero este borreguito, no.
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