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Las salesas

Las salesas llama ya el pueblo, por extensión, a todas las progres, liberadas y modernas, que periódicamente van a las Salesas a manifestarse por los derechos de la mujer y contra el juicio a las adúlteras. Este pueblo siempre ha tenido idioma para todo, y yo mismo, en libro reciente, trato de recoger algunos de los últimos modismos del personal.Ni women's lib, que dicen los cursis, ni rojas, que dicen los reaccionarios. Sencillamente salesas. Me llama Luis Cantero para hacerme una entrevista sobre el fetichismo y me dice:

-Voy a salir por las Ramblas, en Barcelona, y a preguntarles a unas cuantas desconocidas si me venderían la ropa interior que llevan puesta. Es para un reportaje.

-Luis, como te salga una salesa te va a dar con el bolsón hippy.

Me llaman de Primera Plana (que ya no dirige Meliá) para hacerme una entrevista sobre el lenguaje del amor y el erotismo. Les digo que, hoy por hoy, la española de formación burguesa ha descendido a las zonas infames del lenguaje, en sociedad o en privado, para lograr así una liberación verbal, ya que no otra cosa. Es la moda del taco entre las duquesas. Pero la salesa, en cambio, la progre, como tiene ya asimilado ese lenguaje, lo utiliza en la intimidad con ternura, con gracia, con amor. La salesa ha feminizado el taco machista español de toda la vida, ha hecho del taco una lectura nueva, como diría Rafael Conte. Una lectura afectiva y entrañable.

-¿Y usted dónde ha aprendido todo eso? -me dice el abrecoches.

-Saliendo con salesas.

Estoy invitado a hablar en una fiesta cultural y literaria de Vallecas. La vallecana es mujer que, como ha compartido siempre las zonas prohibidas del lenguaje con su hombre, no encuentra en el uso del taco la connotación libidinal que acaba de descubrir con deleite la esposa del subdirector general de algo.

Me dice Teresa Badell de Azpiazu que ahora sólo tiene doncellas portuguesas. Entre el socialismo portugués y la oligocracia española, parece que la hembra del pueblo lusitano ha elegido servir a señores que no se le puedan morir, porque los señores españoles no se mueren nunca, que para eso está la derecha eterna. Pero las portuguesas inmigrantes que no han cabido en casa de María Teresa están la mayoría dándose a la prostitución por mi entrañable Costa Fleming, y ahora las nacionales se han puesto hechas unas tarascas porque las portuguesas cobran sólo a 2.000 y encima molan más, que son extranjeras y socialistas.

Contra todo eso es contra lo que vienen a luchar las salesas. Contra la cosificación de la mujer y la trata de blancas o de portuguesas. Jesús Cuadrado me envía su revista Bang!, especializada en el comic. Las heroínas del comic son rubias interespaciales que están entre salesa y Barbarella. Mujeres emancipadas que se han ido, no sólo de casa, sino del planeta, para participar en la guerra de los mundos y beneficiarse algún extraterrestre. Soledad Lorenzo, que no es una Barbarella ni quizás una salesa, pero trabaja muy cerca de las Salesas, me decía ayer una cosa muy aguda sobre el genial pintor Antonio López:

-Es el único pintor que no tiene dinero para comprar un cuadro suyo, sus propios cuadros.

Por ahí van las salesas. Hacia los pintores marginales y los lídeires políticos que hablan al silencio republicano de las plazas nocturnas. Ha nacido una nueva española, que es la salesa, no adscrita quizás a ningúá partido concreto, pero enrolada con Rimbaud en la causa de la rebeldía, la libertad, la, emancipación, la verdad y el cuerpo. Y todavía Fraga anda diciendo en su campana que querernos una España donde se diferencie a la decente de la que no lo es. Lo tuyo es demasiado, tío.

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