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El Gobierno alemán regula el acceso de los trabajadores a los consejos de empresa

El Gobierno social-liberal ha consumado uno de los objetivos primordiales de su gestión: la estructura de los consejos empresariales, en base a un módulo de cogestión entre empresarios y obreros. Del alcance de la reforma da una idea el hecho de que los sindicatos la hayan rechazado y que la Asociación de los Empresarios Alemanes la haya recibido con satisfacción. «El Gobierno -según esta entidad- ha cumplido con su deber.»

La nueva normativa, que prevé el sistema de elección de los representantes del capital y del trabajo en las empresas con mayor número de empleados -la cogestión afectará a unas seiscientas en toda Alemania- significa, según los sindicatos, «una desvirtuación de la representatividad». Tras largos tiras y aflojas entre los ministros socialdemócratas y los liberales ha terminado imponiéndose fundamentalmente el criterio de éstos.Entre los representantes de los obreros en cada consejo empresarial deberá haber forzosamente un técnico superior, a nivel de ingeniero. Dado que éste se inclinaría por lo general a respaldar las proposiciones patronales en conflicto, cabe suponer que en la mayoría de los casos los intereses de los trabajadores pueden no prosperar.

Para «evitar» esta situación, el Gobierno ha previsto un complicado sistema de elección de jurados. Una comisión electoral, controlada en su mayor parte por representantes del capital, dictaminará si el técnico que concurra es o no empleado superior. Si los trabajadores consiguieran la disconformidad de uno solo de los miembros de la comisión electoral, el candidato será rechazado. En última instancia, serán los tribunales laborales los que digan la última palabra.

El gran temor de las empresas es que los consejos se conviertan en órganos de presión sobre los planes económicos de las mismas, posibilidad que la nueva ley hace imprevisible. Los trabajadores piensan a este respecto que un «cierto dirigismo» a cargo de los consejos empresariales, si fuesen realmente representativos y eficientes, impediría escándalos sociales como la quiebra de 10.000 constructoras desde 1960, con una reducción de empleo de 1,64 millones de obreros ese año, hasta 468.000 en la actualidad, y el paro de 20.000 metalúrgicos en 1976. Estos problemas ocuparán a la Confederación General de los Sindicatos Alemanes (DGB) en la asamblea que celebrará en Maguncia, el 7 de junio.

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