Más de 10.000 personas en el funeral por Manuel Fuentes
«Manuel Fuentes está muerto porque la amnistía no se ha concedido a tiempo. Y porque las fuerzas llamadas del orden han actuado de una forma injusta, indiscriminada y brutal. Las más recientes experiencias indican que las manifestaciones, estando esas fuerzas ausentes, terminan casi siempre por sí solas y sin mayores incidentes; con ellas delante, por el contrario, acaban con harta frecuencia en los cementerios. Sobre ellas pesará siempre esta muerte de hoy.»En estos terminos se expresa la homilía de los sacerdotes de la zona minera leída ayer ante más de 10.000 personas en el funeral habido en Gallarta en memoria de Manuel Fuentes, abatido por disparos de la Guardia Civil en la noche del sábado en la localidad de Ortuella.
Previamente al acto religioso -que estaba previsto a las siete de la tarde-, fuertes contingentes de Policía Armada antidisturbios impidieron se llevase a cabo una concentración fijada para las seis de la tarde en la plaza de Ortuella (localidad situada a menos de un kilómetro de Gallarta). Horas antes, la fuerza pública había tomado el recinto impidiendo el acceso al mismo a peatones y coches a los que se desviaba por la carretera general a Santander.
A la hora prevista y en medio de un silencio imponente, por la avenida del Generalísimo llegó hasta la iglesia el féretro de Manuel Fuentes precedido de dos jóvenes que portaban su retrato. Junto a ellos una pancarta de los compañeros de la empresa en la que se leía: "No más asesinatos, la clase trabajadora unida ,jamás será vencida. Amnistía osoa (amnistía total)."
Antes de comenzar el funeral se había pedido a los presentes se abstuvieran de mostrar pancartas o banderas de grupos políticos mientras durase el funeral y la llegada al cementerio. Una pancarta firmada por el FRAP fue retirada del lugar.
La conducción del cadáver se llevaría a cabo sin ningún tipo de incidentes. A una distancia prudencial del camposanto vigilaban varios autobuses de Policía Armada antidisturbios. En Ortuella, al término del funeral, la plaza continuó tomada por las fuerzas antidisturbios que ocupaban portales y esquinas tratando de evitar cualquier tipo de concentración.
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