Comulgar con EL PAÍS en la mano
Ayer domingo, como de costumbre, asistí a misa, en compañía de mi mujer. Cuál no sería nuestra sorpresa a la salida, cuando un buen señor nos para, se presenta y nos dice de muy buenas maneras que me ha visto comulgar y que se admira de que lo haya hecho llevando conmigo EL PAÍS; que por qué compro EL PAÍS. Yo le replico: «¿Que tiene que ver una cosa con otra?» «Hombre, ¿usted no sabe que EL PAÍS está patrocinado por os comunistas?» Yo le contesté: «Y ¿qué hay de malo en eso?» (Aparte que no creo tal cosa.) A lo que replicó con énfasis: «Es que no se puede poner "una vela a Dios y otra al diablo.» La conversación quedó interrumpida por las carreras de unos chicos que iban dando unos gritos. Cuando quisimos reanudar el coloquio, nuestro interlocutor había desaparecido.He pasado cuarenta años privándome de hasta lo más necesario. No me gustaría ahora tener que privarme también de la práctica de mi religión porque unos señores quieran hacerse con la exclusiva de Dios para sus intereses.
El domingo anterior también nos vimos abordados a la puerta de la. misma iglesia por unos jóvenes que vendían libros de propaganda antimarxista. ¿Es que va a tener uno que huir de la propia iglesia para poder vivir en libertad, sin que nadie trate de dirigir la vida de uno?
Le saluda atentamente un lector de EL PAÍS para siempre.
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