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Faltan cauces y leyes para la defensa de la naturaleza

La preocupación por la destrucción creciente y acelerada de la naturaleza, una naturaleza que no acaba en el paisaje, los animales o las plantas, sino que incluye al hombre mismo; la falta de cauces populares para la defensa de nuestro entorno vital y la propuesta de serias medidas tendentes a lograr una nueva actitud individual y social ante la naturaleza, son las notas dominantes de las conclusiones del I Simposium Nacional sobre Recursos Culturales de la Naturaleza, convocado por la Fundación General Mediterránea y clausurado ayer en Madrid.

Tres días de trabajo con la presencia de especialistas y grupos organizados para la defensa de la naturaleza han dado como resultado unas conclusiones en las que se afirma, entre otras cosas:«Manifestamos nuestra grave preocupación por la destrucción creciente y acelerada de áreas naturales de nuestro país de valor excepcional y en muchos casos irrenovable, tales como el Parque Nacional de Doñana, la sierra de Gredos, un área del Tajo extremeño que se está repoblando con eucaliptus, un hayedo de la sierra de Ancares en que se montará una estación de esquí, las tablas de Daimiel, la desaparición del urogallo, La Albufera de Valencia y el Delta del Ebro, un sector de la Maladeta en que una estación de esquí encubre una urbanización destructiva. Asimismo, otros lugares valiosos por un interés social debido a su proximidad a grandes concentraciones urbanas como la Casa de Campo, el monte de El Pardo, las bahías de Santander y de Palma, El Saler, en Valencia... Estas enumeraciones, aunque incompletas, son expresión ejemplar de la agresión implacable que sufre el medio físico español y sus valores más cualificados faltos de ordenación que se someten a intereses materiales.»

El reconocimiento de que también los seres humanos somos esencialmente naturaleza, como lo son los animales, las plantas, las rocas, las aguas y el aire de los que dependemos para subsistir ha sido uno de los rangos dominantes en las jornadas. Unido a eso otro hecho: la falta de educación, capacidad de percepción y amor al mundo natural: la insensibilización ante la belleza natural.

«El disfrute de la naturaleza es una experiencia magnífica -se dijo en una de las ponencias-. Es preciso hacerla accesible a la mayor parte de nuestra sociedad, sacándola del estrecho marco de iniciados en que actualmente se desenvuelve... «Pero es grande la distancia entre las realidades y los deseos. De hecho, la alternativa necesaria es una nueva educación orientada hacia la docencia de la naturaleza, hacia la educación de la sensibilidad ante este mundo en que vivimos -una vez destruido, no habrá otro- que haga real una preocupación responsable por el cuidado de nuestro entorno. Pero no es ese el panorama actual. Se enuncian situaciones de hecho: destrucción de yacimientos paleontológicos y geológicos; salida clandestina de ejemplares de singular interés-científico para el país; privatización por grupos extranjeros de áreas valiosas del territorio nacional; enseñanza inadecuada sin contacto con la naturaleza; descuido de las singulares ppsibilidades geográficas y climáticas de nuestro cielo para la observación astrofísica y su extensión popular; incumplimiento de la legalización actual que además tiene vacíos importantes; falta de cauces y leyes para la participación popular en estas responsabilidades; preeminencia del beneficio inmediato sobre criterios de rentabilidad a más largo plazo.

Se propone: exigir el informe ambiental previo a cualquier actuación con impacto sobre el medio físico. Instrumentación de la participación popular de ámbito territorial amplio como contrapartida a un excesivo tecnocratismo. Fomentar todo tipo de información cualificada sobre estos valores. Aplicar la ley de 2 de mayo del 75 sobre espacios naturales protegidos especialmente en la parte correspondiente a la declaración de parques naturales. Promover una educación mesológica en los distintos niveles de enseñanza, cuyo objetivo final sea la consecución de una ética personal ante los recursos naturales. En este sentido urge elaborar materiales que permitan a los educadores en cada área geográfica natural el conocimiento, interpretación y didáctica. de su propia realidad ambiental. Del mismo modo, favorecer la existencia y amplia participación en actividades como: itinerarios de educación e interpretación mesológica y campamentos naturalistas.

A nivel de la población general, es necesaria una labor de información para la toma de conciencia que conduzca a un cambio progresivo de actitud y comportamiento ante este problema. Recabar de las autoridades estatales mayor atención a los museos de ciencias naturales para la renovación y restauración de sus funciones investigadoras y didácticas. Comprometernos a fomentar la comunicación de los diversos sectores que se interesan en el uso del territorio y continuar nuestra cooperación y estudio en común

Todo un programa que, sin agotar el tema, podría sentar las bases para una nueva actitud ante el medio natural, una actitud que suponga la consideración de la naturaleza, no como algo ajeno o extraño a la vida de los ciudadanos de hoy, sino tan entrañablemente próximo como queramos.

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