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Presunto intento de homicidio del encargado de una discoteca

Una detención policial realizada durante la madrugada del pasado lunes día 4 en una céntrica discoteca madrileña podría haber puesto a la policía sobre la pista de una red de proxenetas, a la vez que se evitó un presunto homicidio por rivalidades en el negocio de las barras americanas. Parece que el silencio policial sobre este suceso obedece a las pesquisas que continúan con vistas a mayores resultados.

La historia comienza un día de la segunda quincena de diciembre pasado. Tres hombres, de unos 35 ó 40 años, españoles, fichados por la policía, se presentaron en el club de la calle del Caño del Peral, 6,La Gata Negra. Sería aproximadamente la una de la madrugada. Y, sin previo aviso, la emprendieron a cabezazos y golpes de cachas de navajas en la cabeza contra el encargado del local, José Estévez González, de 39 años, casado, con dos hijas. José Estévez fue atendido en la casa de socorro de la calle de La Ternera, donde le cerraron las lesiones con cinco puntos. Estévez presentó denuncia contra sus agresores, a los que no conocía, y poco después fueron detenidos por la policía. Se trataba de un tal Fernando, otro llamado Luis, Y un tercero de identidad desconocida. Seguidamente a la detención de éstos, la policía arrestó a J. L. M. y D. L., dueños de varias barras americanas en Madrid, como presuntos implicados en la citada agresión en calidad de cómplices o posibles inductores, así como a un encargado de ambos llamado Paco. El juicio está por celebrarse.El motivo de la agresión, según cree el agredido, obedeció a cuestiones de negocios. «Los que detuvieron como inductores me habían proporcionado empleadas para trabajar como camareras y unas semanas después yo no quise continuar contratando más chicas, porque la comisión de ellos me resultaba excesiva. Pienso que esto pudo ser la causa.»

«Nos lo vamos a cargar»

Han pasado unos meses y los detenidos están en libertad provisional. A las dos y media de la madrugada del pasado día 4 un cliente de la discoteca El Padrino -de dos plantas-, en la calle del Caño del Peral, 7, se dirige a los servicios. Están ocupados, pero con la puerta abierta. El-cliente espera y, de pronto, oyó que un hombre dice a otra persona: «Esta noche nos vamos a cargar a Estévez.»

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El cliente, asustado, desciende a la planta baja y se lo cuenta al encargado. Este se asusta también y dice: «Yo me llamo Estévez, ese debo ser yo. » Se trata del mismo José Estévez González, también encargado de esta discoteca, al que ya agredieron anteriormente. Estévez se encierra en su despacho y avisa a la Comisaría de Policía de La Latina.

Mientras tanto, en la sala de discoteca, en la planta baja, habían ocurrido dos cosas. Alrededor, de una mesa se encontraba un grupo de personas, entre ellas uno de los presuntos inductores de la agresión anterior y un ex empleado de El Padrino, así como varias mujeres, y los dos hombres que hablaban en el servicio de «cargarse a Estévez». Uno de estos dos tuvo un altercado con un cliente que, al parecer, se hallaba algo bebido, y, para intimidarlo, le mostró una pistola amenazándolo con ella. Por otra parte, en la barra, el barman escuchó cómo uno del grupo decía a una de las chicas que «tirara unos cuantos vasos para armar follón cuando él le avisara ».

En la discoteca habría unas treinta personas de ambos sexos. Los dos policías armados ordenaron que nadie saliera y, desde la propia discoteca, informaron a la Comisaría que en el asunto había de por medio una pistola.

Fue el cliente que discutió con el portador de la pistola quien lo señaló a la policía. Este arrojó el arma debajo de una de las mesas, pero los policías vieron que le colgaba al cinto una funda pistolera. El arma, del calibre 38, cargada con seis balas y, al parecer, procedente de Andorra, fue re cuperada de debajo de la mesa. La policía detuvo al pistolero -llamado Luis- y a las personas que se hallaban con él, y los tras ladó a la Comisaría.

Trámites legales

A José Estévez González, el encargado de El Padrino y presunto objetivo del supuesto y frustrado atentado, lo pasaron al inspector de noche, según nos dice, para hacer su declaración. «Manifesté que quería poner una denuncia.El inspectorde noche me indicó que me fuera y que esperase a ser avisado por teléfono. Estuve esperando hasta las ocho de la mañana sin obtener respuesta, y volví a La Latina. Aguardé una hora hasta que me atendieran para poner la denuncia y, al fin, me mandan a la Dirección General de Seguridad, donde debo presentarme a las siete de la tarde, porque los detenidos van a ser trasladados allí.

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