No a Suárez, presidente-candidato
La eventual entrada de Suárez en la lucha electoral podría torcer ese papel de gestor de la democracia que se atribuye y que, pese a las dificultades y errores, ha venido desarrollando en estos últimos intereses. A muchos nos parece que no es de buena ortodoxia política poner a todos los cargos importantes del poder ejecutivo en el cuadro de inelegibilidades, exceptuándose a sí mismo.Ahora parece que el presidente está madurando un plan para encabezar un gran grupo de centro. Hace mucha falta el centro... bienvenido el centro... pero, ¿dónde quedará la necesaria neutralidad de ese cualificado «gestor»? Si hubiera accedido al Poder como representante de una mayoría nacida dé las urnas nada habría que objetar a su salida en el ruedo electoral; pero no estamos en un régimen parlamentario, ni lo estaremos después de las elecciones; el presidente fue designado y a nadie representa. En todo caso, es un hombre colocado por el Rey (y no sabemos ni siquiera si sólo un sustituto del que el Rey quería y no se lo presentaron en terna) y cuya única misión es alumbrar un procedimiento democrático. Su vinculación electoral podría desvirtuar su papel de gestor regio.
Creo sinceramente que, estando como están las cosas, y no habiéndose practicado lo que muchos pedían: plebiscito para poderes excepcionales del Rey o Gobierno de concentración, lo mejor para el país es que el presidente no vaya a las elecciones y siga su papel con energía. Así debiera contrarrestar las inquietantes, según dicen, perspectivas de los extremos del espectro (y concretamente más del lado que se acerca al ultravioleta que al del infrarrojo). Por lo demás; jugar desde el poder con electores «novatos» puede entrañar una sustancial ventaja que no favorecería precisamente la libertad electoral. Se precisa no sólo imparcialidad, sino imagen nítida de imparcialidad. Las suspicacias están a flor de pensamiento. Los cromosomas franquistas subyacen en buena parte del electorado, y la lenidad democrática y ausencia de afán revanchista de los grupos de la izquierda más siniestra pueden ser sólo verbales.
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