Cuando Areilza estorba
Los franquistas impenitentes y los jóvenes colaboradores del régimen, más o menos píos o que vistieron de azul marino, le temen o le odian más que a Carrillo. Por dos veces lo han defenestrado. Ahora la maniobra ha sido demasiado tosca para que no se escandalicen los millones de electores que ven en Areilza un punto de referencia político y de credibilidad, aunque en las urnas no lleguen a votarle.Sí, Areilza estorba. Es un indiscutible hombre de Estado. Desde hace doce o más años ha mantenido sin rubor diálogos, críticos y amistosos, con políticos de las nacionalidades, con comunistas, socialistas y comisiones obreras, los grandes réprobos del franquismo. Soy testigo de alguna de estas reuniones en casa de Claudi Ametlla o de Josep Benet o Andreu Agelló. También estorba Areilza por su experiencia, por su magnetismo, por su imaginación política e intelectual. Le envidian porque habla idiomas y porque en unos meses de ministro de Asuntos Exteriores abrió los horizontes internacionales del país, sin dádivas ni maniobras de pedigüeño, ni arrogancias imperiales. Tampoco le perdonan que, cuando cesa en un cargo público, no pida ni acepte un puesto, con remuneración de alto nivel, en la Tabacalera, la Campsa, la banca privada o aunque fuera en una fábrica de cervezas.
¡Cuántos se han aprovechado de sus ideas políticas, de sus eslóganes para el cambio democrático, de sus victorias diplomáticas! El manoseado mito de la juventud tampoco sirve como argumento para arrumbar al vital y alerta conde de Motrico. Algún destacado miebro de la Assemblea de Catalunya le pidió en la última crisis que no entrara en el actual Gobierno. Ahora Areilza, con su natural elegancia, se ha retirado. Pero pronto volverá su hora, porque un hombre de Estado no se improvisa ni se liquida con temerarias audacias.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Trump asegura que Estados Unidos ha atacado objetivos del Estado Islámico en Nigeria
Se eleva a 10 el número de fallecidos al volcar un autobús en Veracruz
La Fiscalía de Ciudad de México confirma que el hombre asesinado en la Zona Rosa era El Panu, jefe de seguridad de Los Chapitos
Navitrans, una cena de navidad para personas LGBT+ en condición de calle y trabajadoras sexuales
Lo más visto
- Víctor Bermúdez, profesor de Filosofía: “Hemos perdido el control del proceso educativo, lo que damos en clase es en gran medida un simulacro”
- Zelenski confirma que cualquier pacto con Rusia deberá ser ratificado en referéndum
- La revalorización de las pensiones queda en el aire por la negativa de la derecha a apoyar otras medidas sociales
- Los ‘whatsapps’ de Mazón a Feijóo del día de la dana: “Un puto desastre va a ser esto presi”
- “Un jardín con casa, no una casa con jardín”: así es la premiada vivienda de 146 metros cuadrados que se camufla con la vegetación




























































