_
_
_
_

Gironazo

El discurso de José Antonio Girón le ha sentado mal a EL PAÍS y nosotros encontramos el hecho natural y lógico, siendo EL PAÍS lo que es, y representando la paella intelectual y política que representa. En su consejo figura, sin ir más lejos, el señor Tamames, turista de primera y comunista de la fila doble cero. Sobre las orientaciones políticas de EL PAÍS estamos en condiciones de asegurar que el señor Martín Villa, ministro de la Gobernación y presumible autoridad en la materia, afirmó en cierto almuerzo que dicho periódico era un órgano del Partido Comunista, a la vez que uno de sus más íntimos colaboradores acusaba a RTVE de «dar a los espectadores diariamente la guía de la subversión». Extraña a nuestra natural modestia que EL PAÍS dedique su mejor prosa a algo que juzga textualmente así: «Nada más excluyente, partidario, simplista, tópico, superficial, artificioso, inconsistente, aburrido e inverosímil que los últimos discursos del señor Girón.» Batir con su artillería dialéctica el último discurso —por ahora— de nuestro presidente, o es necedad tan sublime como arrearle a un mosquito con una bomba de hidrógeno, o muestra de debilidad mental, o es síntoma de preocupación manifestada con ingenuidad de doctrinos del periodismo. Si la Confederación no representa a nadie, ¿para qué atacarla o mentir sobre ella calificándola de paraestatal? No hay en el editorial de EL PAÍS ni un solo argumento. Ni si quiera se contesta al discurso de nuestro presidente. Se limita su dialéctica a un escarceo difamatorio, según instrucciones de Bucarest y del PC. ¿A qué viene reprochar a Girón, como antiguo ministro de Franco —igual que más de un accionista de EL PAIS—, los encarcelamientos de «innumerables monárquicos, democristianos, liberales, marxistas y hasta falangistas por el mero hecho de tener ideas distintas a las suyas»? El editorialista ataca y menosprecia así a la independencia del poder judicial, y por tanto de los tribunales, además de exagerar en cuanto a todos los encarcelamientos en general y al de los monárquicos en particular. Que se sepa, durante muchísimos años, el único monárquico activo que hubo en España fue el jefe del Estado y generalísimo de los Ejércitos nacionales, Francisco Franco, y, aunque le duela a Carrillo, no pasó ni un día en la cárcel.

Con aire irremediablemente entre chismoso y soplón, EL PAÍS se descalifica a sí mismo —tarea realmente fácil desde su primer número y en la que insiste con oportunidad y esmero envidiables— al negar sus propias rectificaciones (31 octubre 76). Rematar una mala faena con la demagógica puñalada de Fuengirola es confesar que ni sus propios redactores leen EL PAÍS. En lo cual nosotros, honestamente, les reconocemos un principio de buen gusto.

, 30 marzo

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_