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Exito de la izquierda entre los estudiantes británicos

Juan Cruz

La alianza de la izquierda, que parece imposible en la vida de los partidos políticos británicos, ha conseguido un nuevo éxito en el mundo estudiantil, donde funciona desde hace al menos cinco años. Ha sido elegida presidente del Sindicato Nacional de Estudiantes (NUS), que representa a 800.000 escolares del Reino Unido, Susan Slipman, miembro del comité ejecutivo del Partido Comunista Británico, apoyada, para lograr ese puesto, por la Broad Left's, una organización de comunistas y laboristas que controla desde hace algún tiempo el sindicato.

La victoria de la Broad Left' en esta ocasión es una respuesta de esa alianza a la creciente importancia que van tomando los conservadores en el mundo sindical de los estudiantes. Los tories han abandonado su neutralidad y su absentismo en esta esfera y han comenzado a crear grupos muy militantes que pretenden presentar batalla a los representantes dé la «izquierda amplia», que es como se podría traducir el movimiento de laboristas y comunistas.Donde la alianza de la izquierda es más poderosa es en los politécnicos y en ciertas universidades «no tradicionales», como podrían ser las de Oxford y Cambridge, donde a veces los profesores simpatizan más con la Broad Left' que los propios estudiantes. En Oxford, por ejemplo, hay algún college al que no podrá entrar de momento la presidenta del sindicato, porque no se permite la entrada a mujeres. Slipman es, por cierto, la primera mujer que llega al puesto para el que ha sido elegida.

El elemento que une ahora a la izquierda británica en el área estudiantil es el aspecto económico más que la filosofía estrictamente política. Los recortes del gasto público que han llevado, al Gobierno a cerrar centros pedagógicos y a subir los precios de las matrículas, sobre todo para estudiantes extranjeros, son los datos usados frecuentemente por el NUS para apoyar las reivindicaciones y las manifestaciones del sus miembros. No hay un conflicto político inmediato que preocupe al estudiantado británico, al revés de lo que ocurrió en los años sesenta, cuando tanto los politécnicos como las universidades y la Escuela de Economía de Londres se unieron a los movimientos de protesta que se producían en otros centros estudiantiles europeos.

En definitiva, los estudiantes británicos no hacen otra cosa que seguir la norma de los partidos políticos, que también se hallan más preocupados por las condiciones económicas del país que por cuestiones de relevancia política más teórica. En los últimos debates parlamentarios sobre el recorte del gasto público en el área militar se ha mostrado cómo se interrelacionan ambos elementos. Para el Partido Conservador, los doscientos millones de libras que el Gobierno se va a ahorrar este año de su presupuesto defensivo supone un riesgo político para Gran Bretaña, que queda en entredicho ante sus aliados de la Alianza Atlántica.

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