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Entrevista:

"Queremos llegar a la "Europa social" a través del apoyo popular"

EL PAIS: ¿Cuál ha sido su experiencia de «europeista».Amendola: Los comunistas italianos hemos entrado en el Parlamento Europeo solamente en 1969. Al principio había cierto ostracismo, tanto con nosotros como con los socialistas, aunque éstos estuvieran en el Gobierno desde 1962 Nosotros habíamos votado contra la construcción europea porque entonces estaba vinculada a la Alianza Atlántica y a la división de Europa en dos bloques. Después nos hemos sorprendido, porque queríamos romper una puerta y la hemos encontrado abierta. Detrás de esta fachada había poco o nada: una gran construcción burocrática que no podía presentarse como un instrumento formidable de los monopolios internacionales. La situación parecía favorable para Estados Unidos: eran los años de la invasión de Europa por parte de los eurodólares. Ahora bien, el Parlamento Europeo no tiene grandes poderes. Puede gestionar sólo su propia financiación: gastos inferiores al 5% de los gastos de toda la Comunidad. El Parlamento es más que nada un lugar de encuentro Los comunistas hemos quitado muchos prejuicios respecto a nosotros. Temían que a Europa llegasen salvajes con el cuchillo entre los dientes y han visto que llegaban representantes políticos preparados. Hemos trabajado sin hacer grandes discursos políticos, con sentido de lo concreto.

El cambio consiste en que cuando hemos llegado a Europa, había un enemigo al Este, la URSS y un amigo al Oeste, Estados Unidos. Después se ha demostrado que ese enemigo era menos enemigo de lo que se pensaba, porque vino la «Ostpolitk» de Brandt. Y también que el amigo era menos amigo de lo que se pensaba, porque exportó la inflación, con la devaluación del dólar. Así, la idea de una autonomía política que no fuera ni proamericana ni prosoviética, hizo su camino. La crisis del petróleo aumentó la dependencia de USA y provocó la ruptura de la Comunidad entre países fuertes, como Alemania, y débiles, como Inglaterra e Italia. Ahora vivimos esta crisis.

«Europa social»

EL PAIS: ¿Cómo ve usted la llamada «Europa social» del futuro?

Amendola: Nosotros queremos transformar Europa. Su posible desarrollo social depende del apoyo popular. Hoy Europa no es popular. Diría que las masas son hostiles o indiferentes: no sólo los comunistas franceses, sino también los laboristas ingleses... Si con las elecciones logramos romper esta indiferencia, hacer pesar la voluntad popular, podríamos abrir un proceso de transformación democrática que de a la Comunidad nuevas estructuras y que le permita hacer esa política social -no puramente regional- que queremos. La unidad política que funciona hoy es la agraria, a favor de Alemania, Francia y Holanda, y en perjuicio de Italia...

EL PAIS: La ampliación al Mediterráneo, ¿la ve problemática o existe una complementaridad de Italia con España...?

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Amendola: Nosotros, comunistas italianos, somos favorables a la ampliación de la Comunidad, porque así se dará un mayor equilibrio entre los intereses dominantes de Europa del Norte y los del Mediterráneo. Creemos que será un factor de gran estabilidad democrática. Naturalmente que España tiene que tener los «papeles» en regia, llevar a término su política del cambio...

Con la incorporación de España se creará un mayor equilibrio entre Norte y Sur, y una mayor estabilidad democrática en este sector del Mediterráneo, en que ha operado el fascismo. ¿Los problemas económicos? Espero que nuestras economías sean complementarias. Pero son economías que, ante todo, hay que transformarlas. La concurrencia nos obligará a cambiar. No queremos el proteccionismo, sino la transformación de la agricultura mediterránea en el interior de Italia.

EL PAIS: Ayer, el canciller Schmidt se entrevistó con Berlinguer. ¿Cree usted que mañana los comunistas harán un frente común con los socialistas europeos, que en el Parlamento pueden obtener la mayoría relativa?

Amendola: No se trata de contrapresos o de que Italia sea la «enferma» de Europa. No hay Gobierno alguno en Europa que tenga el 50% de los votos. Todos los países están enfermos. Esa inestabilidad determina la crisis de la comunidad. Más que el saludo de Schmidt, interesa el saludo del alcalde romano, Argan, elegido en listas comunistas. Demuestra que no se puede prescindir del comunismo ni en Italia ni en Europa. ¿Qué puede haber dicho Schmidt? No lo sé. Nuestras relaciones con la izquierda son excelentes. Hemos dado apoyo, cuando nos lo piden, y lo hemos retirado cuando lo hemos creído oportuno.

En la elección de Colombo para el Parlamento Europeo, al que yo he atacado tanto en Italia, nuestro voto ha sido determinante. A nivel europeo me siento más cerca de Colombo que de un conservador irlandés.

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