Madrid, Madrid, qué bien tu nombre suena

Las palabras de los famosos versos de Antonio Machado con que se encabeza esta nota son como lapidaria recordación de un momento histórico. Pocos días después, en el mismo mes, se producirla otro hecho, provocado por la misma situación y que tendría su expresión escrita y editorial: la evacuación de intelectuales a Venecia y la aparición de esta revista, rara pieza bibliográfica, hoy accesible gracias a esta esmerada reproducción facsimilar.Revista sin precedentes, se la calificaba; reunía en sus páginas un vasto espectro cultural, como resultado de la diversidad de ocupaciones y disciplinas que cultivaban los hombres congregados en ella, que no eran otros que los intelectuales y artistas evacuados del Madrid asediado por el Ministerio de Instrucción Pública y el Quinto Regimiento. Algo así como una prueba de que el mundo de la cultura no se doblegaba ante la presión bélica y que la pluma, el microscopio, las probetas, los tórculos o los pinceles no se prestaban al abandono de sus tareas.

Esta situación permitió unir excelentes reproducciones de obras de Victorio Macho, Solana, Eduardo Vicente, Arteta, a poemas de Machado y textos literarios de Manuel Azaña, José Bergamín, León Felipe, Juan José Domenchina y trabajos de investigación científica de Ignacio Bolívar, A. Duperier, Moreno Villa, Navarro Tomás, Antonio Madinaveitia, José Giral, Samuel Gili Gaya, Enrique Rioja, y así, hasta 32 colaboradores, formando en los más prestigiosos lugares de sus respectivas especialidades.

Hoy, la revista adquiere el carácter de una antología de un estado científico en un momento determinado, pero también le llega algo del aura épica del momento, en ese mantenerse a la altura de una situación de que es alto ejemplo, por citar sólo un hombre, el de Antonio Machado, indiscutible símbolo y realidad de la acción intelectual de su tiempo.

La edición lleva una útil y bien documentada introducción de Robert Marrast, de la Sorbona, buen conocedor de la España intelectual del momento.