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Schmidt pronostica graves inquietudes sociales en la RFA si fracasa su Gobierno

A cien días de las últimas elecciones generales celebradas en la República Federal Alemana, en los medios políticos del país se emplea más el lenguaje apocalíptico que el expositivo. El canciller Schmidt ha dicho antes de partir para Roma que «si fracasase la coalición social-liberal por efecto de las dificultades actuales, en las que se encuentra metida no sin culpa propia, Alemania se vería sacudida por graves inquietudes sociales con incalculables consecuencias políticas, como desde hace dos o tres años se observa en otros países europeos». Como en las elecciones los democristianos, ahora los socialdemócratas invocan el miedo al cambio para empujar al hombre de la calle a quedarse, al menos, con lo malo conocido.

Con mayor frialdad de juicio parece ver la situación el personaje más importante en estos momentos en las esferas políticas alemanas: Herbert Wehner, jefe de la fracción socialdemócrata en el Parlamento y augur en todas las crisis. Una palabra suya ha bastado para alertar a quienes, según la respectiva posición, temen o desean un cambio de Gobierno. Wehner ha calificado como «baja de forma» a la coalición gubernamental. De ahí se ha pasado a la conclusión de que el viejo Wehner se propone llevar a su partido hacia una «etapa. de regeneración en la oposición parlamentaria». También se insinúa que existen diferencias entre el canciller, a quien agrada poco la perspectiva de renunciar al Gobierno, y el jefe de la fracción, alarmado por la mala racha del Partido Socialdemócrata. El saneamiento de la financiación de los subsidios dejó al descubierto un déficit presupuestario inexplicable; el programa de construcción de centrales nucleares chocó con la resistencia ciudadana; las escuchas policiales han restado mucha confianza en la Administración; los jusos se rebelan en Hamburgo, y en Hessen, los socialdemócratas pierden unas elecciones municipales clave. Por si fuese poco los sindicatos dicen ahora que los parados no suman un millón, como quiere el Gobierno, sino cuatro, sin perspectivas de solución.

Ultimátum de los "jusos"

De puertas adentro se observa en la socialdemocracia una disparidad de criterios muy firme respecto de la táctica a seguir con los jovenes socialistas. Tras el congreso de Hamburgo, el pasado fin de semana, la corriente que ha conquistado la presidencia de los jóvenes socialistas, partidaria del capitalismo de Estado, insiste en que se propone «llevar a la práctica los propósitos puramente verbales» de los anteriores jefes jusos: Voigt, Roth y Wieczorek-Zeul. El primer paso hacia una praxis reideologizada -dijo- será la cooperación con los comunistas dentro del Comité para la Paz, el Desarme y la Cooperación, dirigido precisamente por éstos.El jefe de relaciones de la socialdemocracia, Egon Balir, ha impuesto a los jusos un ultimátum hasta el próximo lunes. Si no desisten de cooperar con los comunistas, la presidencia del partido tomará medidas. Herbert Wehner preferirla llevar las cosas por otro camino: «Creo -ha dicho- que sería mejor hablar con los jusos en lugar e limitarse a hablar de ellos.» Incluso se ha mostrado dispuesto a mantener una confrontación dialéctica en público; todo antes que imponerles silencio u obligar al nuevo líder, Brenneter, a presentar la dimisión.

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