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Entrevista:VII Coloquio de Pau "La crisis del Estado español de 1898 a 1936"

Tuñón de Lara: "Las fuerzas políticas actuales están en una línea de convivencia pacífica"

EL PAIS. ¿Podría resumir la finalidad y evolución de los Coloquios de Pau y su, al parecer necesaria, evolución futura?Tuñón de Lara. Los coloquios tienen un sentido ambivalente. Por un lado corresponden a un deseo de intercambio de trabajo colectivo en la investigación histórica, pero todo esto es muy pragmático: son coloquios hispano- franceses, porque surgió en Francia, con unos colegas franceses y conmigo. Al convocar el I Coloquio resultó que se transforma ya de hecho en un intercambio de historiadores españoles y franceses, superando el porcentaje español al francés. Algo que empieza en marzo de 1970 referente a España, en la investigación de una de las ramas de las ciencias humanas, como es la Historia, con la participación de historiadores españoles muy jóvenes, tomaba unos giros inequívocos de libertad. Nosotros no quisimos desnaturalizar esto, pero afirmamos siempre la prioridad de lo científico, del rigor de la investigación, con la idea de que la Historia por sí sola tiene un alcance -en el sentido más noble de la palabra- revolucionario.

Esto mismo nos opuso a los que se quieren anexionar la Historia, sea en el sentido que sea. No faltó un periódico de derechas asturiano que. acusó a los coloquios nada menos que de ser una escuela de terrorismo intelectual. En cualquier caso estos se fueron estructurando. La Universidad francesa lo tomó en sus manos para estimularlos y ya se fue procurando unificar los temarios, para evitar la dispersión, lo que no ha sido siempre fácil.

Ahora existe una tendencia hacia la elevación del nivel, además de que en España hay hoy ya una serie de libertades que permitirían hacer cosas similares lo que nos regocija.

Historia y militancia

EL PAIS. Desde una perspectiva exclusivamente científica, ¿se puede aceptar la conjunción de historiador y militante de un partido político, cualquiera que sea?

T.. L. No solamente es factible sino que los ejemplos están a manos llenas: Labrousse, que fue sin duda uno de los pilares mundiales de la nueva Historia, militó siempre en el socialismo. Esto no quiere decir que cada señor que se ponga a hacer Historia y se olvide de las razones metodológicas, pues caiga en aberraciones. En principio, no tiene por qué ser incompatible, porque es una ciencia, con unas reglas y unos métodos que hay que seguir. Pienso que la Historia se vuelve contra los que quieren manipularla. Un ejemplo: cuando señalaba en mi intervención la enorme importancia de la pequeña y media burguesía española en la década de los veinte y significaba la barbaridad de un enfoque bipolar clase-contraclase. A quien se empeñase en decir que aquella bipolarización era lo bueno, la Historia se ha vuelto contra él.

EL PAIS. ¿Usted cree en la posibilidad de aplicación práctica de los análisis históricos? Dicho con otras palabras, ¿de los estudios históricos se pueden sacar bases de actuación presente?

T. L. Estoy convencido de que la Historia tiene, además de otras satisfacciones, la de un amplio campo de brújula para orientarse en situaciones actuales. No creo que los acontecimientos históricos se repitan, pero su análisis permite intuir líneas de actuaciones. De fenómenos como la formación de bloques de poder o de alianzas políticas se decantan una multitud de hechos, de los que sus análisis permiten aprender infinidad de consecuencias.

Quitar la novia

EL PAIS. Del análisis de los hechos de la II República y de su comparación con la fase actual de España, ¿qué diferencias o similitudes existen?

T. L. En la república ninguno de los dos bloques fundamentales se propuso la función hegemónica. No intentaron convencer o ganar al otro bloque. Ahora, salvo la extrema derecha, que habla en términos de aniquilamiento, las grandes fuerzas políticas están en la línea de intentar «quitar la novia» a las otras fuerzas., es decir, en una actitud de convivencia, lo que creo que tenemos que apoyar todos, porque si no dentro de cien años pasarán los turistas y se les dirá: «Aquí estuvo España.» Personalmente, creo que las fuerzas políticas que hay en la actualidad en España, y sus dirigentes, tienen el mínimo de sentido común, por encima de la defensa de intereses de clases antagónicas. Aún reconociendo la lucha de clases, tiene que ser una dialéctica pacífica, en donde esté descartado todo aniquilamiento físico o moral del adversario.

EL PAIS. ¿Cuál cree que es, a su juicio, la principal dificultad para la implantación de un régimen democrático en España?

T. L. Para mí, desde la óptica de historiador de lo sociopolítico, sé que cuando se realiza un cambio, pero persisten aparatos estatales del sistema anterior -ya sean aparatos de coacción o de persuasión- existe el peligro de que frenen, estrangulen, el cambio pacífico de la sociedad. Es decir, que la libertad y el ejercicio de los derechos para todos, sin exclusiones, la alternancia de los partidos en la política, exige unas garantías que no pueden estar a la merced de residuos de aparatos estatales precedentes.

EL PAIS. Ya en un campo más específicamente historiográfico, ¿no cree necesaria la incorporación de nuevas ciencias para completar los análisis históricos?

T. L. Lo que sí creo es que el sicoanálisis aplicado a situaciones colectivas, sin ser el centro de la explicación, como análisis secundario de situaciones coyunturales, es muy importante. La língüística también. Se está empezando a trabajar en serio sobre la Historia de las mentalidades que no podrá avanzar sin la colaboración de Ia sociología, y la lingüística. La Historia es un conjunto cuyas partes se interpenetran, esto hoy está más claro. Además, la relación causa efecto es muy compleja: cada efecto histórico está condicionado por una suma compleja de causas.

EL PAIS. ¿Acepta usted k posibilidad de efectuar análisi históricos sin la aplicación del materialismo histórico?

T. L. El materialismo histórico e una aportación decisiva sin la cual no se puede comprender la metodología científica de la Historia pero no se puede identificarlos. No es posible identificar el materialismo histórico con una praxis científica, dicho en el sentido más marxista del término. Hay que convencerse de que la revisión no es el revisionismo, sino la crítica lúcida, teniendo en cuenta las experiencias que se van acumulando

El boom de la historia

EL PAIS. Por último dos preguntas que, a mi juicio, se interrelacionan: ¿Cuál es la situación actual de la historiografía española y cómo se explica este inusitado interés masivo por las publicaciones históricas, bien en forma de libros o de revistas especializadas?

T. L. Bueno, creo que de quince años para aquí hay una nueva generación que en cantidad y en calidad ha transformado la ciencia en España. Hoy un historiador español es perfectamente equiparable a los europeos, lo que hace cuarenta años era inimaginable, salvo excepciones, como Menéndez Pidal. Hoy vamos desbrozando una serie de sectores de la Historia (la Historia social, de los movimientos obreros, del estudio de las estructuras políticas de la Restauración) gracias a la apertura de determinados archivos. No cabe duda que en una época en que han ido entrando en la vida adulta una serie de generaciones formadas en el oscurantismo de la dictadura, pero que alcanzan la madurez en los últimos estertores de ésta, se han preguntado qué era todo esto, de dónde veníamos y adónde íbamos. Hay un ansia de saber evidente que se manifiesta en las ediciones de libros y revistas, Ahí viene la primera parte del «boom» de la Historia. La segunda parte es que el conocimiento del pasado es esencial para el conocimiento del presente.

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