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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sobre el YMCA

Quiero ampararme en el espíritu dejusticia y equidad que caracterizan a ese periódico y no en otro derecho, para rogarle que publique algunas puntualizaciones que me veo obligado a hacer, ya que mi nombre aparece repetidamente en los artículos que sobre YMCA han aparecido los días 26 y 27 de febrero y 1 de marzo pasado, producidos por don Pedro Montoliú.1. Desde octubre de 1975 fui alejado de la YMCA de España, por haber asumido esta función don Aurelio Delgado Martín, a quien se dieron amplios y plenos poderes. Poco después, en enero de 1976, siendo mi situación insostenible, moral y materialmente, presenté mi dimisión formal, haciendo constar mi desacuerdo con la orientación, métodos y medidas que se estaban tomando.

2. No tengo, por tanto, nada que ver con las decisiones, tomadas en asambleas posteriores, a las que ni siquiera fui convocado (como muchos otros), aun siendo socio de pleno derecho.

Ni, naturalmente, con que no se hayan cumplido las medidas aprobadas por la asamblea de 6 de mayo de 1975, mencionada en el primero de los artículos.

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3. En reiteradas ocasiones (12/7/76, 21/7/76; 18/8/76) y hasta por carta notarial (28/10/75), solicité, tanto una auditoría contable, para dejar bien clara la limpieza de mi gestión como que se me permitiera dirigirme a los socios aclarando versiones confusas que se propagaban y que no respondían a la verdad de los hechos, además de promover el descontento y la desconfianza, nefastos para crear un clima constructivo; más parecía que lo que se pretendía era destruir a la Asociación. Nunca obtuve ni respuesta.

4. No fui «socio fundador» de Corporación Europea de Marketing, ni su inspirador o promotor; la Junta Directiva, bajo la presidencia de don Enrique Miret Magdalena, determinó firmar un contrato con ella, después de consideradas ventajas y conveniencias que fueron rigurosamente estudiadas.

Era aquel un momento delicado para la YMCA de España, puesto que estaría siendo severamente cuestionada su propia existencia, pues se la habría acusado de «agente del protestantismo internacional» y «masónica» (léanse Fuerza Nueva y otras publicaciones semejantes, artículos aparecidos en la época).

5. Fui, sí, testigo de la fundación de la citada Corporación y entré en su Consejo por determinación de la Junta Directiva de YMCA, a título de su representante.

Debo también decir, en honor a la verdad, que nunca se repartieron comisiones, porcentajes o beneficios, por cuanto la Corporación Europea de Marketing no tardó en ser absorbida íntegramente por la propia YMCA, merced a la acción decidida del presidente, ya entonces, don Adolfo Suárez González.

Fui profesional de la YMCA de España por casi veinte años, en varios países del extranjero, donde me gané honrosa reputación, que puedo demostrar. Volví a España con la decisión de volcar aquí todos mis conocimientos y experiencias para el desarrolló de una entidad que indudablemente habría de ser positiva para nuestra sociedad; tal vez me adelanté. Lo cierto es que muchas y nefastas influencias malograron mis propósitos.

En cuanto a los socios (demagogias aparte), hay de los que se beneficiaron mucho y pagaron poco; los que se fueron alejando ,desilusionados. Y hay tambien (y muchos) que han pagado, siguen pagando y están dispuestos a luchar para que no desaparezca la Asociación.

Con éstos me solidarizo y en beneficio de los miles de niños y jóvenes que representan, pido desde aquí ayuda a las autoridades ompetentes (YMCA no ha recibido ninguna subvnción o crédito ficial).

Y al señor Lobato, de Euroconfort, le ruego que interrumpa una acción que pudiera privarles de sus instalaciones, sin perjuicio del lógico reconocimiento de la deuda que exista y la obligación de pagar, para cuyo cumplimiento es esencial que continúe YMCA-Sur, en pleno funcionamiento.

Es claro que la azarosa historia de la YMCA de España no cabe en una carta. Resta sólo ofrecer toda ayuda y colaboración a la Junta Directiva actual, en cuya honorabilidad de propósitos creo, para no permitir que en España, a diferencia de casi todo el resto del mundo, la YMCA sea impedida de desarrollar su positivo programa.

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