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Tirar de la manta

Un tanto decisivo se ha apuntado la policía con la detención de los presuntos asesinos de Atocha. La información facilitada ayer, sin ser completa, da pistas importantes que es absolutamente necesario recorrer hasta el final. Por eso es sorprendente que se quiera limitar la matanza a un mero «ajuste de cuentas» entre bandas rivales. La opinión pública atribuyó al sangriento suceso una significación política desde el primer momento y no entiende ahora que todo quede en crónica del hampa. La implicación de individuos vinculados de una u otra manera a partidos ultraderechistas, y en concreto, a Fuerza Nueva, exige que se investigue exhaustivamente el posible encuadre de estos hechos en una estrategia definida para desestabi-. lizar el país 'e impedir su tránsito hacia la democracia.Desde esos sectores políticos de la ultraderecha se ha estado haciendo continuamente la apología de la violencia. El mismo Blas Piñar justificó de algún modo, en su momento, a los pistoleros de Montejurra y hasta les atribuyó los méritos de la caridad cristiana.

Se han estado sembrando irresponsablemente vientos que, al final, han producido las inevitables tempestades. Escudarse ahora con hipocresía en ciertos formalismos para asegurar la no pertenencia de inequívocos documentos gráficos demuestran la proximidad física de algunos presuntos asesinos al que potenciosamente se hace llamar Caudillo, del Tajo. Hay que tirar de la manta sin contemplaciones y desenmascarar a cuantos intentan oponerse por todos los medios a la normalización democrática. Todos -esos que después del ridículo 2,6 % que obtuvieron en el referéndum parecen haber decidido pasar a la famosa dialéctica de los puños y las pistolas.

Hay que llegar al fondo. A los españoles no les va a sorpender que al final de estas «tramas negras»aparezcan sonoros nombres bien conocidos. Lo han sospechado siempre. La filosofía popular piensa que nadie abandona por su gustó los privilegios y que para de fenderlos algunos están dispuestos a todo. Caiga quien caiga con tal de no caer ellos. Es de desear, por eso, que la policía culmine su servicio. desenmascarando a quienes mue ven los últimos hilos. Es una con dición necesaria para alcanzar la democracia, que de otro modo quedaría edificada sobre un barril de pólvora pronto a estallar en cualquier momento.

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15 marzo

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