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Elecciones municipales en Francia

El avance de la izquierda parece inevitable

ENVIADO ESPECIAL, Unos extraños insectos suben por la bella pierna de Marianne, que con gorro frigio mira hacia las estrellas. Los insectos llevan sobre el caparazón la hoz y el martillo. Marianne representa, naturalmente, a la República Francesa. La caricatura apareció en la primera página de Le Figaro ayer, al lado de un vibrante artículo de Jean d'Ormesson, director del matutino. Ambas expresiones definen bastante bien el estado de espíritu de la derecha francesa, horas antes de que se abran los colegios electorales.

Todo parece coincidir en que, gracias a muchos factores, la izquierda hoy avanzará en Francia, y que su avance, aparte de un test y una advertencia a la mayoría, puede ser, para el futuro, irreversible. Todos parecen de acuerdo también en que la batalla de París puede cancelarse con una victoria pírrica para la mayoría gubernamental. París ha vuelto a ser en Francia un síntoma y una excepción. Algo así como el síndrome más significativo del mal francés.De nuevo en la capital de la República se han concentrado las disputas de un país dividido en bloques antagónicos. De nuevo el asfixiante centralismo que sufre Francia se ha manifestado con sus tintes más negativos en la lucha por el poder municipal y la alcaldía, con una mayoría dividida (lo que a nivel nacional es una excepción) y una izquierda coordinara (lo que sigue siendo, pese a todo, excepcional). Y aunque en la capital la derecha pueda ganar, si se une en la segunda vuelta del domingo 20, esta victoria muy bien podría convertirse en un triunfo solitario y envenenado.

Los comunistas salieron del ghetto

Los comunistas han logrado en estos meses, con sus candidaturas unitarias y su remodelada imagen, salir del ghetto. Los socialistas parece que una vez más avanzan, seguros, a expensas del centro-conVertido ya en «máscara de la derecha», como diría Duverger- y de los propios comunistas. La coalición de izquierdas parece más digerible gracias a los excesos de la derecha ultramontana. Por eso resulta fuera de lugar la «cruzada anti bolchevique» que desde el principio los gaullistas y últimamente los giscardianos, intentan poner en marcha.Tanto Jacques Chirac como Michel d'Ornano parecen convencidos de que el avance izquierdista en la primera vuelta es inevitable, y preparan ya el segundo round. Ello explicaría la palinodia de uno y otro, dispuestos a olvidar, viejas, rencillas y a combatir contra el. «colectivismo» dentro de siete días. Si se confirman las casi unáninies previsiones de que la izquierda avanzará considerablemente hoy, seremos testigos en los próximos días de una campaña inspirada en el espíritu más ortodoxo de la -guerra fría, Praga, Hungría, Stalin y los tanques soviéticos, ahora convertidos en sutiles insectos, que avanzan, inexorables, por el muslo de Marianne.

La Francia subterránea

La verdad es que desde el meridiano predemocrático de Madrid estas cruzadas y estas tensiones resultan inevitablemente aburridas, aunque tal vez puedan ser ejemplares. Existe una Francia subterránea «cubierta por una capa anestesiante», dubitativa y novísima, que se desinteresa por el ejercicio democrático tradicionaly que, tal vez, hubiera escogido un norte diferente al que, ahora, desde un lado y otro le proponen. Pero el país sigue enfermo de individualismo, teme al futuro, y la crisis económica parece haber secado las fuentes de la imaginación política. En pocas ocasiones este país se ha desnudado con tanta frialdad ante una Europa agotada e inacabada. El strip-tease bajo la luz del sol y en plena mañana resulta, sin duda, decepcionante. Una gran marea de tópicos, acuñados en los años cuarenta, sumerge al espectador.No llegará, sin embargo, la sangre, al río. Hasta los triunfadores -y de todos modos, nadie aceptará la derrota- reconocerán que la victoria es sólo un síntoma que deberá remitirse a la psicología profunda del pueblo. Para la mayoría gubernamental, fragmentada, un retroceso electoral sería algo así como un espolonazo en los ijares de un viejo penco: no es posible prever si el cuadrúpedo avanzará como un centauro o se liará a dar coces a diestro y siniestro.

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