Pacificar Euzkadi
GUIPUZCOA SE encuentra en huelga y en cólera. Viviendo días de manifestaciones, barricadas y violencias. La motivación próxima se encuentra en los dos muertos de Itxaso, pero con ser el suceso harto desgraciado no pasa de anécdota, por significativa que sea en el contexto de las causas remotas y de los graves problemas del País Vasco.La condena de toda violencia es obligación de los hombres civilizados, pero también sería faltar a la verdad dejar de reconocer aquí la lógica de la protesta vasca. Los missinos del franquismo tienen aquí tema de recapacitación: cómo el País Vasco pasa a través de cuarenta años de régimen autoritario y centralista de ser un feudo democristiano a tierra en la que encontraban audiencia, credibilidad y simpatía jóvenes marxistas partidarios de la lucha armada.
Explicar tal fenómeno sería tanto como hacer aquí la historia de una de las mayores torpezas del régimen franquista. Llevará años enderezar aquellos yerros y restañar las heridas de un alma vasca seria y prolongadamente vejada.
Por ello, no bastan éxitos parciales, medidas condescendientes de Gobiernos, como el actual, que heredan un problema como el de Euzkadi. Despenalizar la ikurriña, por ejemplo, fue una decisión tan acertada como inútil de cara a los planteamientos de fondo. Sólo quien habitara en Euzkadi Sur pudo en su momento advertir hasta qué punto el pueblo vasco saludó con una explosión de alegría su bandera sin estimar por ello que con la enseña de Arana se había resuelto mínimamente algo.
Si este Gobierno quisiera, supiera o pudiera tan sólo sentar unas bases de solución al problema vasco, pasaría a la historia antes por ello que por la normalización democrática a nivel de Estado en que se encuentra empeñado. Y esa gran tarea comienza por la pacificación de Euzkadi -para todos y por todos- en un primer paso para la difícil negociación de la autonomía del País Vasco.
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