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Reportaje:

En España se efectúan muy pocos trasplantes de órganos

El día 2 de febrero llegaba al aeropuerto de Barcelona un avión de Air France con una mercancía poco usual a bordo. Se trataba del riñón de un cadáver, perteneciente a un accidentado fallecido el día anterior en Estrasburgo por traumatismo craneal. Los servicios de la entidad Eurotrasplantz iban a hacer posible la realización con pleno éxito de un trasplante de riñón a una enferma de Bilbao, hospitalizada en la Ciudad Condal, víctima de una grave insuficiencia renal.Desde que se supo que se podía disponer del riñón, dado que la forma en que se había producido el accidente hacía posible el aprovechamiento del citado órgano, se computaron los datos de distintos enfermos comprobando que la persona más idónea era la referida enferma. En ella se daban las menores probabilidades de rechazo del órgano trasplantado. Rápidamente se organizó su traslado a Barcelona, donde en el Hospital Clínico y Provincial de la ciudad, el equipo dirigido por el profesor José María Gil-Vernet salvaba a la enferma bilbaína de una muerte casi cierta. La trasplantada, 33 años, se recuperó con normalidad, mientras el riñón llegado de Estrasburgo empezaba a funcionar con plena normalidad.

Bancos de ojos

No siempre es posible el desarrollo de una historia como esta. Y no por dificultades técnicas, sino de otro tipo. Científicamente, un trasplante de córnea o de riñón plantea pocos problemas. Quirúrgicamente, las dificultades son mínimas. Queda por resolver a fondo el problema de la inmunología: el rechazo de la persona en la que se efectuó el trasplante hacia el órgano trasplantado. Pero también en este terreno se avanza mucho. Los problemas de histocompatibilidad -así es como se denomina a los factores del rechazo- van siendo desvelados poco a poco. Se han descubierto grupos de leucocitos presentes en la sangre humana, que tendrían mucho que ver con el problema. Se han establecido relaciones de compatibilidad cuyo conocimiento está ya bastante desarrollado.Sin embargo, en los otros aspectos del problema del trasplante no sucede lo mismo que en el terreno médico. En España existe poco número de donantes. Mientras en el caso de los ojos la cosa no va tan mal. en el de los riñones la situación es apremiante.

Existe un Banco Español de Ojos, que cuenta con 25.000 donantes potenciales de ojos, dándose un flujo de unas trescientas donaciones por semana. Precisamente, estas cifras van a ser incrementadas con donaciones de empresas en las que la cuestión ha sido planteada por el personal. La compañía Iberia ha organizado, una campana de promoción interna de donantes entre el personal de sus distintos departamentos y servicios. Univac ha preparado una operación parecida. Las Hermandades de Trabajo se han ofrecido, a través de sus direcciones de cultura y caridad, para promover donaciones potenciales de ojos entre sus afiliados: más de 70.000 personas.

La Fundación General Mediterránea empezó a trabajar en este campo, habiéndose empezado a lograr hoy los resultados de grandes campañas de opinión. Como logro de esta iniciativa de la Fundación General Mediterránea, en la que han colaborado el Instituto Nacional de Previsión, la Organización Nacional de Ciegos y la universidad, se ha creado un banco de ojos a escala nacional. Se siguió el modelo del Banco de Ojos de Nueva York que, creado en 1944, es el principal y más antiguo del mundo. Se efetúan actualmente en el banco neoyorkino unos 4.000 trasplantes al año. Y no sólo se trata de utilizar los ojos para trasplantes, sino que, de los 3.000 ojos que movilizó el año pasado el Instituto de Nueva York, más de 1.200 fueron utilizados en investigación.

Van a funcionar, por tanto, gracias a esta iniciativa, bancos de ojos en Granada, Murcia, Valencia, Zaragoza, Barcelona, Bilbao, Oviedo, Canarias y Baleares.

El ojo debe sacarse dentro de las primeras seis horas a partir de la muerte del donante. Si el cadáver está en un lugar frío, este margen puede alcanzar las nueve o diez horas. La nucleación -extracción del ojo- se hace en diez minutos, sustituyéndose los ojos extraídos por otros de cristal que son introducidos en el cadáver. Enucleado el ojo, se conservan los tejidos corneales vivos alrededor de 48 horas, pero su capacidad disminuye con el tiempo. La córnea debe estar viva. Después de un baño antibiótico se conservará, dentro de un frasco hermético, en una cámara frigorífica, a unos cuatro grados centígrados, para evitar la deshidratación. Antes del baño antibiótico, se saca una muestra del ojo para el cultivo. En la actualidad, dado que la mayor parte del material empleado por los cirujanos españoles es traído de fuera, principalmente del banco de Nueva York, los márgenes de transporte son de seis a ocho horas. Los ojos vienen en contenedores, a la temperatura ideal. Pasan directamente a la operación de trasplante. Una vez realizada la operación de trasplante de córnea, en la totalidad de los casos se obtiene una visión útil.

Riñones: menos donaciones

En el caso de los riñones existen todavía muchos menos donantes. ¿Por qué? En opinión de los expertos consultados, se han hecho más campañas a favor de los ojos que de los riñones. Además, casi todos los trasplantes de riñón que se hacen en España son con riñones de personas vivas. En países como Australia o Nueva Zelanda, además de las grandes potencias europeas -Inglaterra...-, se hacen trasplantes con riñones de cadáver. En España no existen donaciones de este tipo. Y no es, desde luego, porque no existan necesidades en este terreno. De todos es bien conocido el tipo de vida que tienen que llevar las personas que, actualmente carecen de riñones. La dependencia del riñón artificial les lleva a tener que someterse a sesiones de hemodiálisis cada dos o tres días, durante cinco a ocho horas. Esto crea todo un mundo de necesidades perentorias que tiene además una terrible vertiente económica por los costos de las hemodiálisis y la carencia de medios de las personas afectadas. Es preciso señalar aquí que la precisión en el trasplante de riñón no es algo más o menos en sus albores como el de corazón. Mientras de 316 trasplantes de corazón efectuados desde 1967 sólo sobreviven 63 y no del todo bien, de 25.000, trasplantes de riñón efectuados en los últimos veinte años, casi la mitad de las personas a las que se les efectuó el trasplante continúan viviendo de manera normal.El gran problema, según los especialistas, es por una parte, la falta de conciencia de donación como algo que puede hacer uno con toda normalidad, dificultado por «una legislación anticuada, que convendría reformar. Los criterios que permiten definir cuándo una persona está muerta no están bien establecidos».

Según orden del 17 de marzo de 1952, «la obtención de piezas anatómicas del cadáver con destino a injertos» podrán ser autorizadas por los jueces de instrucción «cuando el finado hubiese manifestado en vida por acto o documento auténtico su conformidad; cuando requeridos los familiares con quienes conviviere, concedan la oportuna autorización; cuando no siendo posible las prácticas del requerimiento de los familiares a que se refiere el número anterior, no conste su oposición ».

Posteriormente se establece que «hasta después de haberse concedido la licencia de enterramiento, que presupone la certeza de la muerte, no podrá procederse a la recogida de tejidos u órganos, autopsia no judicial, embalsamiento, cierre de féretros herméticos ni otras prácticas similares, aunque de antemano, o previamente, estuviesen autorizadas». (Decreto 22 diciembre 1960).

Una nueva definición de muerte, unida a una legislación más funcional y operativa sobre los trasplantes facilitaría, sin duda, las campañas de opinión que entidades públicas o privadas llevan y llevarán a cabo para intentar que los españoles den sus órganos a sus semejantes con más generosidad.

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