El mal ejemplo
Hace ya meses que, acompañando el anuncio de importantes subidas en las tarifas eléctricas, el Gobierno establecía medidas en pro del ahorro energético, entre las que destacaba la limitación del tiempo de programación de televisión adelantando el cierre de sus emisiones.Este compromiso formal, que fuera bien acogido por la opinión pública, se cumple muy raramente. Existen con demasiada frecuencia «importantes» acontecimientos que justifican la prolongación de las emisiones de RTVE. Sin meterme en qué es lo que se entiende por importante, entiendo que un tratamiento de la información más extenso no debe afectar a la hora del cierre, sino al resto de los programas. Parece como si, de aquel conjunto de medidas, tan sólo tuviera vigencia lo que se refiere a subida de precios.
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