Noche al raso
Los madrileños que no tienen, o no quieren tener techo, acostumbran pasar la noche guarecidos a solas por sus brazos sobre bancos como éste, en la plaza Mayor. La plaza de adoquines brillantes por las luces y la llovizna, recoge a los que homenajean la uva, los que se han disgustado en casa o los que deambulan y limosnean por las calles de la ciudad, todavía.
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