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Entrevista:

Michel Jobert a las puertas de la política francesa

EL PAÍS ¿Cómo se sitúan usted y su Movimiento de los Demócratas en la geografía política francesa?Johert. No he adoptado ninguna posición electiva. Me sitúo al margen de los senderos trillados de la política y, además, sin medios. Y no me quejo porque no sólo resisto, sino también existo en la política francesa desde hace más de dos años. He escogido el camino de la dificultad. Mi intento consiste en probar que un hombre que no se apoya, ni s aprovecha de los conductos tra dicionales de la política, puede interesarle al público. Para esto me ha ayudado el equilibrio, casi total, entre la derecha y la izquierda. En otras circunstancias hubiese tenido que escoger otr forma de expresión y, segura mente, me hubiese transformado más en hombre de reflexión que en político. Pero Giscard y Mitterrand siguen representando ese equilibrio que a penas variará en las próximas consultas. Yo puedo realizar una acción política con algunos hombres y mujeres, que en Francia piensan como yo. Sabido es que no hemos ganado elecciones y que yo no seré ministro, aunque tampoco deseo serio. Representamos un fenómeno insólito en Francia, y continuaremos, porque el comentario cotidiano y el político no permiten a los franceses ver lo importante, ni verlo a tiempo. Y es necesario, que alguien se lo explique.

EL PAIS. ¿Hacia dónde le conducirá este camino?

Jobert. Yo no quiero ir a la política impulsado apriori, por una ambición, es decir, porrazones positiva!. Si llego a la escena política será, simplemente, porque estamos presentes. Ya en este terreno, es cierto que la ley electoral no nos favorece, pero el sistema proporcional podría facilitarnos la labor. Que hoy representemos el 3, el 4, el 5 o el 10 % nos permite mantenernos a las puertas de la política. No hay que olvidar que los republicanos independientes de Giscard están en el poder con el 6,98 % del electorado que consiguieron en las legislativas de 1973.

EL PAIS. Usted fue un fiel del señor Pompidou, al que sirvió en puestos diferentes durante once años, pero ya no se sabe con certeza sk.es usted gauilista...

Jobert. En primer lugar, me parece impúdico declararse gaullista, o no gaullista, constantemente. Mi análisis histórico es el siguiente:

En la aventura de Charles de Gaulle hubo muchas luces y hubo sombras también. Pero, en coniunto, esa aventura fue buena para Francia. Yo intento ser digno respecto de ese pasado. Los que hablan todos los días de De Gaulle dan prueba de habilidad o de debilidad. Son gentes que no tienen fuerza en ellos mismos ynecesitan referirse a otros. Por lo demás, si hay lauilistas que se reconocen en mi, tanto mejor.

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El duelo Giscard-Chirac

EL PAIS. A finales de la semana pasada visitó usted al primer ministro,señor Raymond Barre, y se dijo que quizá esta entrevista había sido provocada por una posible candidatura suya a la alcaldía de París. ¿Cuál fue la significación real del hecho?Jobert. De lo que no se, habló fue de que también había visitado a Mitterrand pocos días antes. Yo soy un hombre libre y veo a todos los políticos que deseo, si ellos lo desean igualmente. Si mañana quiero entrevistarme con Marchais y él está de acuerdo, nada me lo impide.

EL PAIS. ¿Y la alcaldía de París?

Johert. Para mí, sería una posibilidad muy vaga. Ni siquiera sería elegido consejero municipal, porque tendría que alistarme en la derecha o en la izquierda y, esto, alienaría mi libertad.

EL PAIS. ¿Qué opina usted del duelo Giscard-Chirac y, a la luz de esta querella que divide a la mayoría gubernamental, cómo ve usted el porvenir político del país en vísperas de consultas electorales importantes como las municipales y, sobre todo, las legislativas?

Johert. A partir de las legislativas de 1967 se viene produciendo en Francia un deslizamiento del electorado hacia la izquierda. Por otra parte, en el 72, se realizó la Unión de la Izquierda y, aunque con dificultades, y hasta tumultos, esta alianza se mantiene. Esto desarmó eljuego político francés, que estaba basado en la imposibilidad déen tendi miento entre socialistas y comunistas. De ahí que la batalla política se libre .ahora-en el seno de. la derecha que, de repente, se ha sobresaltado y se ha dicho: Hay que hacer algo. Así surgieron las dos estrategias: la de Giscard, que pretende un Gobierno ceitrista con los socialistas, poco probable creo, y la de Chirac, que ayudado por su juventud, todo lo da por perdido y ha decidido atacar vigorosamente a la izquierda, lo antes posibble y anticipando las legislativas, aunque se pierdan. Esta sería la manera, a su juicio, de volver a transpasar el combate político a la izquierda. Son dos políticas completamente diferentes, que cristalizaron y chocaron con el affaire de la alcaldía de París. La divergencia continúa, pues si Barre, el domingo pasado, intentó calmar los ánimos, Giscard volvió a elevar el tono contra Chirac dos días después.

EL PAIS. ¿Qué salida prevé usted?

Jobert. No creo conveniente el tono polémico y casi furtivo que le ha dado Giscard a su situación. El problema que se ha planteado con la alcaldía de París es político y de envergadura nacional. A mi juicio, la solución mejor hubiese sido adelantar las legislativas, cambiando antes la ley electoral, es decir, estableciendo el sistema proporcional, contra el que se manifestarían Chirac y el RPR. Otras soluciones, más o menos imperfectas, serían: provocar una nueva elección presidencial. ya que su legitimidad ha sido puesta en entredicho. De esta manera, ganarían Giscard o M itterrand, pero no Chirac. También se podría modificar la Constitución en el sentido de buscar un régimen más presidencial aún, aunque ahora Barre no le molesta. Y, por fin, la peor de todas, que será la más probable: ir tirando hasta las municipales, que serán malas para la mayoría. Después, Giscard se verá obligado, en definitiva, a adelantar las legislativas en las peores condiciones para la mayoría.

La derecha, cansada del presidente

EL PAIS. ¿Qué ocurrirá si ei señor Chirac resulta elegido alcalde de París?Jobert. Naturalmente, hará todo lo posible para que sean adelantadas las legislativas. Pero no es imposible que pierda, lo que para él significaría el principio de un declive serio. Esto es lo que espera Giscard,claro.

EL PAIS. Ante la incertidumbre del porvenir inmediato, se insiste bastante en que Giscard es un hombre acabado, que la derecha se ha cansado de él. ¿Qué opina usted?

Jobert. Sí, es cierto, la derecha está cansada de Giscard. Su situación está llena de verdaderos peligros... Cuando un régimen manifiesta de manera tan visible la debilidad del poder, siempre hay peligro.'

EL PAIS. ¿Qué valor le concede al fenómeno Chirac. que empezó con la creación del rassemblement, el pasado diciembre?

Jobert. Después de aquel goipe espectacular, la expectación se esfumó y así, probablemente, se ha visto obligado a montar un conflicto abierto con el presidente de la República, con el pretexto de la alcaldía de París.

EL PAIS. ¿Cree usted que conseguirá mantener ese ritmo espectacular hasta las legislativas?

Johert. Es su gran problema, llegar a las legislativas. Por ello, juega a corto plazo, y quiere que se adelanten. A largo plazo existe, si no un acuerdo, sí una trayectoria paralela entre Giscard y Mitterrand, que también juega contra él.

EL PAIS. ¿Existen aún posibilidades, como parece creer el señor Giscard d'Estaing, de que s,ocialistas y comunistas rompan su alianza?

Jobert. Giscard, como todos los hombres políticos, no cree en las verdades definitivas. Un ejemplo de actualidad ilustra esta relatividad: a los franceses se les ha dicho que era perfectamente compatible el que los ministros del RPR se solidaricen con la candidatura de Chirac a la alcaldía de París y con el Gobierno que combate esta candidatura. Esto es burlarse del público. Pero. en Cin, en Francia todo está hoy muy confuso, nadie sabe nada de lo que puede ocurrir realmente. El PCI teme las tentaciones de los socialistas. Mitterrand tendrá problemas con los comunistas. Todo, a mi juicio, depende del resultado de las legislativas.

Francia no es colectivista

EL PAIS. El triunfo de la izquierda, ¿llevaría a Francia al colectivismo?Jobert. Francia no es colectivista. En este país hay gentes que desen la alternancia y no verían bien que se rechace a la izquierda. Por lo demás, si comunistas y socialistas llegan al poder, en un primer tiempo coexistirán. bespués, cada cual se afirmará con su presencia y ya se verá cómo emplean el poder. La derecha hoy le dice a los franceses que el colectivismo hay que eliminarlo de antemano, porque después será tarde. Pero la gente ya no hace caso, porque no cree en el colectivismo y prefiere esperar, para vigilar de cerca lo que pueda ocurrir.

EL PAIS. ¿Favorece la izquierda la división actual de la mayoría?

Johert. Sí. G iscard con su estrategia a largo plazo, y Chirac, porque ha puesto en entredicho la autoridad, y esto los franceses lo ven mal. Chirac, a mi juicio, ha hecho apreciaciones erróneas.

EL PAIS. ¿Le quedan aún posibilidades al presidente de rehacerse ante la opinión?

Jobert. Sí, aún tiene un juego, pero estejuego es muy peligroso.

EL PAIS. ¿Triunfará el plan Barre?

Jobert. Ya ha conseguido algo muy importante: emparejar las remuneracionescon el costo de la vida. Pero aún no se ha resuelto el problema grave del desequilibrio, y sobre todo, queda en el aire la cuestión de la imprescl ndible solidaridad nacional.

Europa-Estados Unidos

EL PAIS. ¿Cómo valora la llegada del señor Jimmy Carter al poder. respecto a las relaciones Europa-Estados Unidos?Jobert. Si los USA, a pesar de las perspectivas tranquilizadoras, acentúan su política de tutela, en Francia parlicularmente, se crearán problemas serios, tanto con Giscard como con Mitterrand. Tengo la esperanza de que los americanos se ocupen de sus propios'problemas y, así, sean menos exigentes con Europa.

EL PAIS. A propósito de la situación espanola, ¿considera posible la vuelta a una dictadura más o menos disimulad0

Jobert. No, no creo eso posible, sobre todo cuando Carter está empezando su mandato. Más que nada porque a los USA, hoy, les resulta más cómodo.

EL PAIS. ¿Ve usted en peligro la democracia?

Johert. El sistema democrático no durará si cada uno de los ciudadanos no se preocupa un poco del mismo. De no ser así, no durará.

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