Periodistas unidos...
CUANDO SE estableció la llamada Facultad de Ciencias de la Información, sobre cuya existencia rnisma habría muchas cosas que decir, se hizo unánime el sentir de los periodistas respecto a la necesidad de unidad profesional y de titulación con los alumnos que egresaran de dicha facultad. Esta había sido creada de forma un tanto arbitraria, sin contar en su establecimiento definitivo, planes de estudio y organización, con la voz de los profesionales, y más bien como fruto de la ambición de algunas personas y el afán turiferario que por la Universidad se siente en los círculos político-intelectuales de nuestro país. Venía a sustituir a una Escuela Oficial de Periodismo y a las de Cine y Teatro, que habían sido manipuladas por las directrices de la dictadura y -la de Periodismo, especialmente- habían funcionado como filtro político de los futuros profesionales. Pero fue peor el remedio que la enfermedad. Seis años después de la ereación de esta pomposa Facultad de Ciencias de la Información se entiende- lo que podemos ver como fruto de ella es un paro técnico creciente de unos titulados que se quejan, sin excepción de la inutilidad, irrelevancia y mezquindad intelectual de los estudios que en ella se imparten.La profesión periodística, que había contemplado la creación de la Facultad como una esperanza inicial de resolución de muchas de sus dificultades, no tardó en darle la espalda. Las razones simplificadas, eran éstas: el Estado había decidido que para ser periodista en esté país sería necesario el título de la susodicha Facultad, pero se negaba a reconocer los títulos que el propio Estado había expedido en su Escuela Oficial de Periodismo Y a convalidarlos así por la licenciatura en la nueva Facultad. Mientras tanto, no se contaba con la profesión ni para establecer los planes de estudio ni para dotar el profesorado.
Los periodistas exigieron, desde un priricipio,la Ínidad de titualación para que no se establecieran discriminaciones entre los propios profesionales. Era. una petición razonable y que encontraba precedentes en las convalidaciones universitarias a los egresados de las antiguas escuelas técnicas de ingeniería, que en su origen tampoco deperidieron de la Universidad ni del Ministerio de Educación. Después de un sinnúmero de asambleas, comísiones y disputas parecio llegarse a una solución y el ministro Martínez Esteruelas libró sendos decretos que señalaban el fin de la contienda. Habría unos trámites sencillos para la convalidación de títulos, pero que exigirían las pruebas mínimas para que la Universidad no se sintiera estafada y no se diera una licenciatura universitaria a quien no la mereciera. Con ello se pretendía, de un lado, atender los justos ruegos de los periodistas, y del otro, eliminar las no menos justificadas suspicacias de quienes creían que lo que los profesionales de la información querían era que les regalaran un título universitario.Pues bien, desde la aparición de dicho decreto (julio de 19-74), nada se ha hecho.
Pensamos que esta es una situación ridícula y contraproducente que puede terminar por enconar los ánimos entre los miembros de una misma profesión con tradición secular en la historia del mun do, de la política y las letras. Hay muchas otras cosas que reformar y resolver en el actual ordenamiento de la prensa española. Pero quizás la primera sea, sin duda, acabar con esta diferenciación de clasesentre periodistas y obtener la unidad de titulación, única quejustifica la unidad de colegiación, -ya existente por decreto, que los periodistas sí cumplen- a efectos profesionales.
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