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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Profesionales del crimen

POCAS HORAS después de los cobardes atentados que han costado la vida a tres miembros de la fuerza de orden público, los GRAPO se han responsabilizado de ese atroz crimen. Las dudas que podían existir acerca del sentido último de sus actuaciones se han desvanecido definitivamente. Está claro que nunca han pretendido la liberación de los presos políticos ni la amnistía. De otro modo, la declaración del Gobierno del miércoles y los compromisos adquiridos por el señor Suárez con los dirigentes de la oposición hubieran sido aceptados como esa «promesa Ipública» de amnistía total a la que condicionaban la puesta en libertad del señor Oriol y del teniente general Villaescusa.No sólo conservan a los dos rehenes; en su poder. Tal vez para ocultar lo insostenible de su postura, han contestado a la requisitoria pública que les exigía el cumplimiento de su palabra con el fragor de los disparos y con el sacrificio de tres honestos españoles. Las refinadas armas con las que han ejecutado el atentado, de la misma o parecida clase que las utilizadas en la matanza de Atocha, ponen al descubierto, más que cualquier razonamiento, la fría realidad de los profesionales del crimen, al servicio de organizaciones secretas, que se oculta tras el torpe remedo de la fraseología revolucionaria de sus comunicados. Por lo demás, basta con cambiar los sujetos de las oraciones de su último mensaje para que se muestren con toda transparencia sus intenciones. La actuación de los GRAPO es, en verdad, «una campaña de crímenes y provocaciones» destinada a «paralizar y aterrorizar a las masas»; esa «actitud provocadora y criminal» persigue, entre otros fines, crear una situación en la que puedan desoírse sin riesgo «las justas demandas populares». Efectivamente, «nuestro pueblo no está dispuesto a seguir dejándose matar como conejillos»; porque horabres de extracción popular son los tres agentes de orden público abatidos por sorpresa en una celada criminal. Sin embargo, una expresión del comunicado exige un cambio de adjetivo. Porque los «planes de terror» de los; GRAPO no, van a encontrar enfrente «la resistencia armada popular»,sino la resistencia pacífica de un pueblo que confía en los servicios estatales para su defensa.

El llamamiento de los asesinos «a todas las organizaciones obreras y populares a intensificar la lucha, las huelgas y manifestaciones » se ha vuelto, igualmente, contra ellos. No sólo el Gobierno y las organizaciones políticas de centro han condenado el crimen. Todas las fuerzas políticas de la derecha a la izquierda se han unido a la repulsa. Es de señalar que la matización del Gobierno de suspender algunas garantías constitucionales «sólo para los sospechosos de actos terroristas» resulta por ello muy oportuna. Por lo mismo, los responsables del orden deben cuidar que dichas medidas excepcionales no afecten a líderes o militantes políticos, en todo ajenos a cualquier acción violenta.

Es dudoso que los jefes de estos sangrientos mercenarios del GRAPO estén satisfechos del uso que se ha dado a su dinero. Esta fría y calculada escalada de violencia a derecha e izquierda, y ese intento de provocar a las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Orden, Público han sembrado de dolor varios hogares españoles, pero no han logrado sus objetivos políticos. Antes por el contrario: estos crímenes están forjando un consenso nacional basado en la dignidad y en la voluntad de, seguir caminando hacia la democracia.

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