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Unión de partidos

«Sigue caliente el tema de la unión de los partidos del centro: el lunes se reune el Equipo Demócrata Cristiano, para el 30 está convocada la Izquierda Democrática que preside don Joaquín RuizGiménez, y la Federación Socialdemócrata que preside don Francisco Fernández Ordóñez tratará el tema dos días antes. A todos les deseamos clarividencia para decidir como necesita el país y para hacerlo de prisa, porque a sólo unos meses de las elecciones éstas se echan encima y no hay tiempo para esperas.Pero no vamos a examinar el problema a base de siglas y de nombres propios. En una reciente conferencia se recordaba la frase de que hacen falta partidos políticos, no partidos de políticos, y nosotros pensamos que va siendo hora de advertir que, cara a las elecciones, lo que hacen falta son programas de Gobierno y no personalismos. Pues bien: una visión del problema con altura revela, en primer lugar, la necesidad de unos pocospero auténticos partidos; en segundo lugar, que entre esos partidos debe tener lugar destacado (y nos atrevemos a decir preponderante) un gran partido de centro.

No ya nosotros, sino el comunista Brejnev acaba de decir que en Italia hay demasiadas huelgas, demasiada pornografía y demasiados partidos. En Italia y aquí. Pero remediar el exceso de partido vol viendo a la dicotomía de derecha e izquierda que ya tuvimos en el pasado sería aún peor, porque no vemos cómo en ese caso sería posible el entendimiento entre los dos bloques rivales ni cómo en tal caso sería posible la paz.

La misión de aproximar, templar y moderar es la propia de los partidos de centro, y precisamos: de un partido de centro, porque dos no podrían tener la fuerza indispensable frente a sus correspondientes extremismos. En cambio, un gran partido de centro puede y debe tener sus matices de derecha y de izquierda, como pasa en otras naciones y debe ser el caso en nuestro país.

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El éxito del Centro Democrático recién constituido no debe cegar a los partidos que lo han conseguido: ellos necesitan ampliar su base hacia la izquierda. Pero el centro izquierda también debe abrir los ojos a la evidencia: aunque consiguiera su unidad, ésta no sería suficiente; sin ampliarla al centro derecha, aquél no pesará nunca en la política española como fuerza propia, sino como un simple peón del extremismo situado a su izquierda.

¿Será tan difícil encontrar la solución? ¿Es concebible que aún haya quienes piensen que es el momento de disidencias y personalismos? De la inquietud actual puede salir algo decisivo para el porvenir. Puede también resultar únicamente una gran decepción. La clave es que todos sean capaces de enfocar el problema con altura y sentido de responsabilidad.»

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