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Shirley Williams exige a los laboristas un compromiso de lealtad democrática

Juan Cruz

Un discurso pronunciado anteanoche en Derby por Shirley Williams, ministro de Educación y miembro destacado del ala moderada del laborismo británico, en el que reclamó una declaración expresa de «lealtad democrática» y de rechazo a cualquier ideología «extremista» para los afiliados al partido, y unas revelaciones del líder de: las Trade Unions (sindicatos), Jack Jones, de acuerdo con las cuales Gran Bretaña estuvo al borde de un golpe de Estado hace dos años, reflejan perfectamente la intensidiad de la lucha que se ha desatado en el seno del «labour party» contra los grupos «trotskistas», y la enrarecida atmósfera sociopolítica que se respira actualmente en Gran Bretaña.Shirley Williams, que a fines de 1976 disputó -y perdió- la vicepresidencia del partido frente al líder izquierdista Michael Foot, dijo que con la declaración de «lealtad democrática» no se trata de «analizar las ventajas -e inconvenientes del marxismo, que es muy amplio -puntualizó- y tiene cosas con las que los socialistas británicos estamos de acuerdo o rechazamos. Con ella se intentaría, simplemente -añadió-, dejar sentado que la libertad democrática es, en todos sus aspectos, el único objetivo y preocupación del partido laborista». El discurso de la líder moderada fue apoyado por otro del diputado Ian WriggIsworth, quien calificó a la extrema izquierda del partido de «intolerable minoría».

Tanto en los medios laboristas como en los liberales se expresaron ayer serias dudas sobre las posibilidades reales de Shirley Williams y de otros integrantes de su sector, incluído el «premier» Callaghan, en su batalla contra el «trotskismo». El diario liberal «The Guardian» recordó en ese sentido que dieciocho de los 23 miembros del comité ejecutivo del «labour party» son izquierdistas, con los ministros Foot, Benn, Edrnund Dell y Peter Shore a la cabeza.

El golpe de Estado

En cuanto al golpe de Estado, Jones, secretario general del poderoso sindicato del transporte, explicó que en 1974, con el retorno de los laboristas al poder y la grave situación económica del país, aparecieron fuertes «ejércitos privados» que pusieron en peligro el orden institucional de Gran Bretaña. «La intervención de los sindicatos, el contrato social (por el cual se frenaron los aumentos salariales) y la actitud responsable de directores progresistas de muchas empresas a udaron al Gobierno a superar la cnsls».Según Jones, aún quedan en Gran Bretaña «grupos residuales que desean -concluyó- doblegar a la clase obrera por la fuerza».

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