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Atentado terrorista en una factoría madrileña

Un comando que invitaba a la huelga disparó contra los guardianes

Sobre las ocho menos cinco de la mañana, un grupo de individuos, seguramente seis, penetró en la nave de chapa, de la factoría CASA. Los individuos no tenían aspecto de obreros, según testimonio de trabajadores que en ese momento se encontraban ya en la nave, todos vestían chaqueta, menos uno que llevaba un gabán.Los individuos se situaron en una rampa existente en la nave, y desde ella comenzaron a arrojar octavillas, suscritas por el Partido Comunista (reconstituido), invitando a una huelga para el día de ayer. Uno de ellos se dirigió de viva voz a los presentes, remarcando la invitación.

Varios trabajadores se dirigieron a los miembros del comando, pidiéndoles explicaciones de su actitud. Sin embargo, ninguno de ellos se atrevió a enfrentarse con los seis individuos, al ver que mantenían las manos en los bolsillos, lo que les hizo sospechar que iban armados.

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En este momento, según la nota oficial de la empresa, el oficial de vigilancia, señor Herrera, al notar la presencia en las instalaciones de personas extrañas, intentó identificarlos, e incluso llegó a coger por el brazo al que estaba hablando a los trabajadores para llevarle a la oficina de identificación, pero fue agredido por otro de los asaltantes y derribado al suelo.

Al tratar de levantarse, siempre, según la empresa, observó que el grupo era de cuatro personas, y en el forcejeo que mantuvo se percató de que aquel con quien estaba forcejeando llevaba debajo de la chaqueta un arma automática que, por las dimensiones, parecía ser una metralleta.

Despues de esto, los asaltantes abandonaron la nave de chapa, saliendo por la puerta número tres, donde, al parecer, se les unió el resto del comando, que, se dirigía en ese momento a la nave sur de la factoría. Al ver estos últimos la salida precipitada de los otros, salieron todos corriendo hacia las puertas de las instalaciones.

El oficial de vigilancia anteriormente agredido, tan pronto se incorporó, marchó hacia el cuarto de armas y avisó a otros tres vigilantes. Todos ellos salieron en busca de los intrusos y, al encontrárselos de frente, los desconocidos hicieron disparos de metralleta, de los que resultó herido el vigilantes señor Zapatero, en el muslo izquierdo. También se produjeron destrozos en algunos automóviles que estaban aparcados en las cercanías. Los guardias iban armados con carabinas del calibre nueve, pero no hicieron uso de ellas, según manifestaron, por la sorpresa de la acción y para evitar herir a los trabajadores que se encontraban en el lugar.

Después de este primer incidente, el grupo de intrusos se dividió en dos, uno de cinco y otro de tres, con lo que, según esta versión, serían en total ocho. El grupo de tres saltó un seto próximo y se dio a la fuga, al parecer por otra puerta próximia la factoría,

Los otros cinco trataron de huir por la puerta principal, donde, además de la valla de intercepción de vehículos, hay siempre vigilantes jurados. Tres de ellos salieron al paso de los que huían, pero éstos volvieron a disparar sus armas, hiriendo a los vigilantes Cayetano Jiménez y Bernabé Pérez. El tercer guardia, Angel Olea, salió ileso.

Los disparos alcanzaron también un autobús que en esos momentos se disponía a entrar en la factoría, trasportando obreros que se dirigían al trabajo. Una bala dio en una ventana delantera izquierda del vehículo y rompió el cristal. Inmediatamente, según ha relatado el conductor, éste y los ocupantes del vehículo se echaron al suelo, para evitar ser heridos. Estando en el suelo oyeron dos disparos más.

Cuando se levantaron, vieron a uno de los guardias en el suelo, envuelto en un charco de sangre, y otro que no podía apoyar la pierna en el suelo, por estar herido en el pie. La empresa informó más tarde que sus servicios sanitarios trasladaron urgentemente a los heridos a la residencia sanitaria de la Seguridad Social Primero de Octubre, donde quedaron ingresados.

Respecto a la identidad de los asaltantes, únicamente se conocen como pistas una chaqueta que dejaron abandonada en su carrera, y que en uno de sus bolsillos contenía gran cantidad de propaganda del PC(r), así como las otras octavillas que habían arrojado, y uno de los quince casquillos de bala, del calibre nueve largo. En cuanto a los individiros en sí, no han podido ser facilitados datos más concretos que los dichos, debido a la rapidez con que se produjeron los hechos y al nerviosismo que la actitud agresiva de los desconocidos produjo entre el personal que presenció lo ocurrido.

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