Romper la baraja
Si 1976 cerró en el mercado bursátil con gran desánimo, la primera semana de 1977 difícilmente podía haber sido peor, tanto por la intensa evolución negativa de las cotizaciones como por el volumen de contratación, también el más bajo de los últimos años.La explicación superficial de lo ocurrido es una gran presión del papel y una ausencia total, absoluta, de órdenes compradoras. Ha habido sesiones en que han cotizado sólo 74 valores de renta variable, de los cuales únicamente alzaba uno, produciendo todo ello una penosísima visión del cuadro de cotizaciones.
La explicación de fondo es otra. Muchos observadores, e incluso bastantes operadores, han coincidido en que se trataba de una maniobra deliberada del búnker financiero para poner en un gravísimo aprieto al Gabinete Suárez y, en particular, a los ministros económicos. De otro modo no se explica el descenso a tumba abierta que en un proceso, al parecer imparable, ha sufrido el mercado, si bien al cierre asomaba un poquitín de dinero para algún valor muy concreto (verbigracia, Petróleos o Seat).
Desde luego, son aseveraciones difícilmente contrastables, pero sí se notaba algo quién ponía partidas importantes en venta, acentuando la regresión. Nos parece un juego muy peligroso y esa amenaza -no velada- de romper la baraja, del todo improcedente, precisamente ahora que el Gobierno ha centrado el problema político.
En conjunto, se han vivido los peores momentos de hace muchos años y no tanto por el fuerte retroceso de los índices (el general perdió casi un 5%), como por la atmósfera en que se producían. Que las grandes eléctricas estén por debajo de 100, con la excepción de Iberduero, que Telefónica cotice a 122, etc.. revela muy a las claras el desfonde magnificado en que ha caído o se ha hecho caer la Bolsa de valores.
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