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Balance positivo del eurocomunismo en Italia

El secretario general del Partido Comunista italiano, Enrico Berlinguer, ha sido designado hombre del año 1976 por el semanario francés Le Point. El motivo, que por medio de una larga marcha a través de las instituciones no sólo ha conducido su partido al umbral del poder, sino que quiere también cambiar el comunismo. El semanario italiano Panorama, en una caricatura de portada mete a Beirlinguer junto con Andreotti en una media de lana remendada que representa Italia, colgada de una chimenea cuyo fuego está apagado.

Que Berlinguer haya llevado a su partido al umbral del poder es una realidad histórica paralela y concomitante a la crisis misma de ese poder, urgentemente necesitado de un cambio de clase política. Que el comunismo haya cambiado, he ahí el problema. Hay quien se obstina en ver el eurocomunismo como un normal proceso de socialdemocratización. como fruto de una vieja táctica caprichosa y oportunista, bajo la cual cobraría una inmutable relación con la Unión Soviética la misma teoría del «partido guía» y la dictadura del proletariado, la misma repartición de Yalta en zonas de influencia, la misma concepción de la coexistencia pacífica bipolar entre Moscú y Washington.

Hay quienes, por el contrario, ven el eurocomunisimo como fruto de un proceso objetivo, histórico, como inclusión de un análisis concreto de situaciones concretas. Esta idéntica concepción del marxismo inspiraría a los tres partidos comunistas: francés, italiano y español, cuyos itinerarios históricos son diversos, pero creen operar en sociedades análogas y en un constante intercambio de práctica y teoría buscan una estrategia convergente.

En el umbral del poder

Visto desde Italia, el eurocomunismo presenta un balance positivo. Acaso el caricaturista de Panorama exagere en apagar por completo el fuego de la chimenea nacional. Quiere decir que, con Andreotti y Berlinguer, en 1977 el desarrollo será cero y los precios aumentarán en un 20%, mientras en Francia aumentan un trece yen Estados Unidos un siete. Con un aumento del coste de la vida de un 22% durante el año que termina Italia se coloca a la cabeza de la inflación europea.

El balance del comunismo italiano es positivo, porque. Ante todo. -ha sabido-y sabe estar en el umbral del poder. Andreotti, en una entrevista por radio, acaba de decir que en 1977 no cambiarán sus relaciones con el Partido Comunista. Con ellos quiere encontrarse para hablar de problemas concretos y no de políticas generales. Los comunistas no podrán permanecer por mucho tiempo en el limbo de las abstenciones, pero, de hecho, allí estarán, porque no existe otra salida. Aceptan, en este caso, en primer lugar, la práctica y desde ella elaborarán una teoría. Es inútil recordarles a los comunistas que esta es la táctica del, salchichón, que en 1952 condujo al poder, en Hungría, a Matyas Takosi, rodaja a rodaja. Lo que cuenta es estar allí donde surja un conflicto de poder, o, lo que es lo mismo, una repartición de puestos. Por ejemplo, recientemente la radio y televisión han obtenido un presidente socialista y los consejeros de administración comunistas serán cuatro en vez de dos. Esto quiere decir que, a la hora de contratar doscientos nuevos periodistas, cincuenta o, por lo menos, 35 serán comunistas. Allí se refugiarán muchos periodistas de Paese Sera, el diario vespertino romano, que con un déficit anual de tres millones de dólares, no puede tirar hacia adelante.

Poder político y poder económico

Esto significa estar en el umbral del poder. La realidad global es más compleja. Si es verdad que el Partido Comunista refuerza su poder localmente, la democracia cristiana lo refuerza proporcionalmente en los puestos claves de la vida económica y financiera. A medida que el Partido Comunista se deja sentir en las instituciones del país a través de una larga marcha, como dice Le Point, la democracia cristiana articula mejor y más profundamente su presencia en el tejido social. Berlinguer usa el eurocomunismo como instrumento de captación de la clase media, pero será difícil que esta clase media, de la noche a la mañana, pierda su visión de la vida, incluso religiosa, deje de creer en el pequeño ahorro y en la propiedad y opte por una promoción social que el sistema mismo le niega o le recorta.

El eurocomunismo, pues, se presenta desde Italia como un punto de estancamiento, o como una incógnita. Es verdad que el bipartidismo incompleto que rige el sistema italiano se hace cada día menos imperfecto, pero también es -verdad que cuando llegue el día de ese compromiso histórico, entre dos partidos que ya absorben solos más del 75 del electorado, algo realmente nuevo, un cambio histórico, habrá tenido que surgir en la sociedad italiana y europea. Por lo pronto, sigue en pie el statu quo, o, lo que es lo mismo, la tesis demo cristiana de que no hay que con fundir los papeles de mayoría y minoría y la tesis comunista de que sólo un Gobierno de emergencia o de unidad nacional logrará solucionar la grave crisis de! país. En me dio está, provisionalmente la fórmula de Andreotti, de un Gobierno que aunque de minoría, no es débil, y en medio está, sobre todo y ante todo, este país que en el Renacimiento decía per troppo variar Natura e bella; por cambiar demasiado, la Naturaleza es bella.

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