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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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El paraguazo

A don Torcuato Fernández-Miranda le dieron un paraguazo patriótico. Me lo cuenta Germán Alvarez Blanco, periodista, que lo vio desde su ventana:-Fue una señora y le dio un paraguazo en la espalda.

Es el eterno paraguazo antidemocrático de la Historia de España. Cierta derecha no sólo usa paraguas, que es una prenda conservadora, sino que lo esgrime cuando no llueve a su gusto. El paraguazo a Fernández-Miranda es anecdótico, pero hay un siniestro paraguas negro que detiene el tiempo a mandobles y que es como el arcabuz de un ejército no alineado, de unas fuerzas que sólo se pasean en los días de tormenta. Nuestros historiadores se han asustado siempre del cuartelazo, el bogotazo o el generalazo. A mí me parece que de lo que hay que cuidarse es del paraguazo.

Los procesos históricos en España, no los detienen tanto las bayonetas como los paraguas. Las bayonetas puede que salgan a la calle para parar una huelga. Los paraguas salen para parar la Historia.

Por cierto que a los jeunes feuilles en fleur del Gobierno los están breando estos días a paraguazos -salta el parado.

Luego, el paraguazo del asalto a un Banco, en Madrid. El vigilante muerto, y no precisamente de un paraguazo. Y el paraguazo de las fuerzas del orden, con su manifestación. No sé si llevaban el fusil a la funerala, como en Semana Santa, pero seguramente se vieron algunos paraguas, que Rafael Lafuente, el futurólogo, anuncia borrascas en la meseta central. Y finalmente, el paraguazo a Santiago Carrillo, que iba con peluca. ¿De qué se le acusa? A lo mejor de llevar peluca.

Voy a una cena exótica. Todo el mundo toma whisky. Antonio Garrigues y Antonio Gala consideran una ordinariez el que yo tome leche. En la cena se habla de paraguas. Del paraguas atómico que se cierne sobre el siglo. ¿Será ese paraguas intercontinental el que le está pegando paraguazos a la reforma española en el lumbago constitucional del señor Fernández-Miranda?

A Salvador Allende, antes que los tanques. se lo cargaron las cacerolas en la gran manifestación de las amas de casa. A Suárez, antes que las bayonetas, pueden malograrle su reforma los paraguas. Cuidado con estas rebeliones domésticas -paraguas cacerolas- que, a veces, traen detrás la multinacional del miedo. La contrarrevolución y la contrarreforma, cuando tienen que enseñar la patita por debajo de la puerta, enseñan siempre un paraguas o una cacerola. Una mano inocente de señora.

Suárez se ha cuidado de contar con las bayonetas, pero quizá no había contado con los paraguas anónimos y sombríos. La peor bayoneta calada es un paraguas irascible. Cuando las cañas se vuelven lanzas, los síes se vuelven noes y los paraguas se vuelven bayonetas. Suárez ganó el referéndum de los votos, pero puede perder el plebiscito de los paraguas.

Me lo dijo André Breton, en París, cuando estuve en Francia trabajando en la cosa de la vendimia:

-Mon petit, surrealismo es reunir un paraguas y una máquina de coser en una mesa de operaciones, según el divino Lautréamont.

Bueno, pues en la medida en que la reforma política española está degenerando hacia el surrealismo, el paraguas ultra y la máquina de coser multinacional están ya sobre la mesa de operaciones donde fue operado Franco.

Me dice Pitita que la llaman de una revista para que opine sobre el adulterio: «Diles que la gente adultera ya hasta debajo de un paraguas, por no haber divorcio». le aconsejo. Ya está en la calle el plebiscito negro de los paraguas sombríos, que no son precisamente los alegres paraguas de Cherburgo. Y ya se sabe que ese primer paraguas negro que sale a la calle es el que trae siempre la tormenta.

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