Doña Manolita
Yo, que no he jugado nunca a la loteria hago todos los años la crónica de doña Manolita, que ahora es la hermana de la difunta doña Manolita, porque creo mucho en estas estirpes de mujeres mágicas de nuestro pueblo, estirpe que viene desde la Celestina, pasa por la isabelina monja de las llagas y llega hasta doña Manolita, con sus grandes premios navideños.El irracionalismo nacional no se arregla ni con el referéndum. Ahora que vamos a ser demócratas (a lo mejor, demócratas aportuguesados), el personal tendría que empezar a comportarse, creer menos en el azar de la lotería y creer más en la necesidad de trabajar y arrimar todos el hombro izquierdo o el derecho, según sus convicciones para economía nacional que está hecha una braga.
Pues no, Veintitantos mil millones de pesetas nos hemos jugado este año los españoles a la lotería de Navidad y digo nos hemos jugado porque aunque yo no compro hay mucha gente que me felicita las pascuas con un decimito o una participación y los periódicos se hacen perdonar las erratas que me han metido durante todo el año, con esa miseria del décimo de Navidad. Yo voy poniendo todos los recibos y décimos en una cesta de Navidad que viene todos los años a casa equivocada, como aquella que les cae a los pobres de Plácido de Berlanga. Allá para mediados de enero, cuando ha pasado toda esta locura hortera de las zambombas y los millones le doy la cesta a un pobre, intacta con los jamones y la lotería porque no quiero que el azar roce para nada mi vida y pretendo hacerme a mí mismo. Voy ya por el ombligo.
Este año me tiene pedida la cesta el parado, y se la daré, porque el subsidio que les dan en Cristino Martos dice que es una miseria. El presidente Suárez. que ha conseguido algunas cosas de los españoles, no ha conseguido aún explicarles o explicarnos que con ser importante doña Manolita, es más importante la democracia y que esta vieja raza de magas Ilustres, desde la echadora de cartas a la bruja de pueblo no va a sacar al país de apuros, porque buenas eran las celestinas del barroco para remediar y remendar honras, pero el deteriorado tejido de la economía nacional no se remienda como un himen de doncella renacentista.
Suárez salió por la tele la noche anterior al referéndum, y lo ganó, Suárez debe salir por la tele en la víspera de todas las grandes catástrofes venturas nacionales porque es el mejor locutor, con mucho, de Prado del Rey. Suárez debiera haber salido por la tele la noche anterior al sorteo de Navidad, para paliar, explicar y retardar en lo posible la gran orgia colectiva de los millones, de la suerte ciega y esa frase insufrible de que el gordo está muy reparado. Los millones de los pobres siempre están muy repartidos. Un millón de pobres para un millón de pesetas. A peseta por pobre.
La lotería va bien para los sistemas irracionalistas de gobierno, para las dictaduras y las monarquías absolutistas, donde el pueblo queda abandonando a su suerte y pierde las nociones de revolución social para aarrarse tan sólo a la quiniela, la rifa, el horóscopo, la lotería, los veinte iguales y doña Manolita. En lugar de la matrona republicana, aquí nos ha gobernado siempre la matrona de las pólizas, o esa matrona va legendaria llamada doña Manolita, que es un mito ajeno a la persona concreta y encantadora que fue doña Manolita. la lotera.
Pero ahora que nos estamos preparando psicológicamente para la democracia, el sorteo de Navidad con su impresionante danza de millones, me parece a mí un referendum inverso en el que el pueblo ha votado por el azar, el verlas venir, el a lo loco a lo loco y el que cada perro se lame sus pulgas.
Es la estirpe de las magas, ya digo, esa bruja que saca Paco Nieva en su teatro furioso, desde las hechiceras quemadas por la Inquisición hasta esa bondadosa y pequeño burguesa doña Manolita. La mujer, buena conductora de la electricidad del misterio, diosa, esfinge, pirámide. Siva de muchos brazos sacándolos por la ventanilla de una administración de lotería. Décimos pasados por la chepa del osteomielítico, por el pie de Jesús de Medinaceli, por el manto de Santa Gema Galgani. El referéndum de la superstición ha vuelto a ganarlo doña Manolita.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.