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La directiva atlética no aceptó la dimisión de Luis

Luis no quiere seguir entrenando al Atlético, y en ese sentido se dirigió al presidente del club. La noticia la adelantó AS a título de rumor en su número de ayer y fue confirmada posteriormente por los protagonistas de la misma. Pero en reunión urgente celebrada anoche, la junta directiva del club decidió no aceptar la dimisión de su entrenador, con lo que le renueva su confianza y refuerza su autoridad ante una plantilla en la que existen varios miembros que no observan la disciplina precisa.

Luis fue el evado al cargo de entrenador del Atlético a últimos de noviembre del 74. Era jugador, con Juan Carlos Lorenzo como responsable técnico, cuando el club, tras un empate ante el Gijón en el Manzanares en la novena jornada de Liga, decidía cesara Lorenzo. El Atlético tenía por entonces dos negativos, había sido eliminado de la Copa de la UEFA y había descontento. Luis había jugado aquel partido contra el Gijón, y el domingo siguiente, en Mestalla, sería ya entrenador. En su primer encuentro en este nuevo puesto asistió a un buen resultado de su equipo: un empate.

Desde entonces, han pasado dos años y los resultados conseguidos por Luis han sido buenos. Aquella temporada el Atlético terminó el sexto, con un positivo. Una clasificación discreta, pero la temporada se vio enriquecida por éxitos importantes. El equipo tuvo la ocasión de disputar la Copa Intercontinental (por renuncia del Bayern, que le batió en partido de desempate en la final de Copa de Europa, tras aquel célebre gol de Scwarzenbeck) y batió en la misma, en doble partido, al Independiente de Avellaneda. Aunque de rebote, el club conseguía la Copa Intercontinental, el trofeo más espectacular de los que honran sus vitrinas. En la Copa, el Atlético perdería la final ante el Real Madrid, por penalties, tras terminar la prórroga con empate a cero.

Los recuerdos del último año están más cerca. Con la llegada de los brasileños, el equipo fue tercero en la Liga, y hay que decir que las lesiones y algunos arbitrajes interrumpieron su marcha hacia el título, que en algunos momentos pareció sonreírle. En la Copa logró el título, tras batir en la final al Zaragoza. En cuanto a esta temporada, basta con mirar la tabla (tercero, a dos puntos y otros tantos positivos del líder, el Barcelona) y con recordar que en la Recopa ha llegado a los cuartos de final tras eliminar al Rapid de Viena y al Hajduk de Split.

Mal ambiente

La tarea de Luis, si es que hay que juzgarla por los resultados que el equipo ha conseguido bajo su mando (y es difícil encontrar otro medio para hacerlo, aunque siempre se admiten matices) no ha sido mala. No se justifica, a la vista de los resultados, que desee marcharse. Pero si se entra en las interioridades de su trabajo, sí se puede entender.

Luis no tenía el afecto de toda su plantilla, aunque él y sus jugadores no quieran reconocerlo. Posiblemente, su gran problema naciera del tránsito brusco de su condición de jugador a la de entrenador dentro de una misma plantilla. Luis, como jugador, no se llevaba bien con algunos compañeros (cosa normal), y como entrenador se encontraba por ello ante situaciones viciadas y difíciles de resolver; por otra parte, pasar de compañero a jefe no es fácil, y ese paso repentino no ayuda a la hora de hacer sentir a los nuevos subordinados la autoridad precisa.

Este tipo de cuestiones supusieron siempre una amenazada para el trabajo de Luis.

Una amenaza que se podía concretar en cualquier momento. Luis ha tenido problema con los sudamericanos. Echó con ellos un pulso de fuerza al sancionar en Bezerra la falta de disciplina, pie éste del que cojean casi todos ellos y algunos otros elementos de la plantilla, y hay que pensar que perdió el pulso porque, tras readmitir al jugador en los entrenamientos, le alineó ante el Burgos sin que esta alineación resultase lógica ni práctica. Tuvo que quitarle a medio partido, y a Santander ya ni lo llevó. A este mismo partido, Heredia acudió como suplente. Estaba claro que Luis, tras un balbuceo, había decidido enfrentarse al grupo sudamericano.

Problema ha tenido también con Salcedo, un jugador de clase, pero de irregular utilidad y que, conviene recordarlo, no ha conseguido ser titular a todos los efectos con ninguno de los entrenadores que ha tenido en el Atlético. Salcedo últimamente «ha largado», como se dice en el argot, contra Luis y éste ha vuelto a demostrar cierta falta de autoridad y de criterio al alínearle en Santander, sobre campo encharcado, condición ésta que no le va a Salcedo. La decisión de Luis sólo se justifica por el hecho de que necesitaba introducir bastantes cambios en el equipo tras el descalabro sufrido ante el Burgos.

Dimisión no aceptada

A los problemas propios de ese tránsito brusco de jugador a entrenador, a Luis se le han juntado los clásicos de otros entrenadores: «vedettismo» en las figuras, lesiones y enemigos en la directiva, cuestión ésta que se halla suficientemente tratada en esta misma página. Todo ello le hizo insoportable su trabajo y le movió a presentar su dimisión. Pero la directiva, reunida anoche con carácter urgente, decidió, hay que pensar que con buen criterio, no aceptarla. El hecho de que no haya sido aceptada la dimisión refuerza las posiciones de Luis ante sus enemigos y le reviste de nueva autoridad para tratar a los miembros rebeldes de su plantilla. Hay que pensar que el Atlético ha hecho lo mejor que podía.

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