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No hay razón para tirar el Viaducto

El Viaducto de Madrid no debe ser demolido, aún en el supuesto de que tenga que soportar el hipotético tren de carga actualmente en vigor que supone una sobrecarga uniforme en todo el tablero de cuatrocientos kilogramos por metro cuadrado. Este es el resultado de los estudios que, realizados por el Instituto Eduardo Torroja de la Construcción y el Cemento, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y por Florencio del Pozo, doctor ingeniero de Caminos, profesor de la Escuela Técnica Superior de Madrid, fueron pedidos directamente por el alcalde de Madrid, Juan de Arespacochaga

Los informes se pidieron en la primera quincena de septiembre, en un intento de aclarar la real situación del Viaducto madrileño, de cara a su posible demolición o reparación, habida cuenta de la contaminación sufrida por este puente a consecuencia de las tierras llenas de sulfatos, procedentes de la fábrica de Gas, que se utilizaron como relleno en sus aceras, preparadas por sus diseñadores como paso de cañería de servicios.Sin embargo, a pesar de la rotundidad empleada tanto por un informe como por otro, el alcalde, en la rueda de prensa que mantuvo en la mañana de ayer con los informadores municipales, afirmó que «tal vez alguien nos demuestre que la solución es otra, no sólo el arreglo», refiriéndose al concurso abierto para aportar soluciones al problema, en el que cabe desde la demolición y construcción de uno nuevo hasta la simple reparación parcial del tablero.

El propio alcalde dijo, en ocasión de otra rueda de prensa, que «en la decisión que se llegue a tomar estarán representados todos los organismos técnicos adecuados» (véase EL PAIS del 10 de septiembre).

Torroja

Para el Instituto Eduardo Torroja, el hormigón estructural del Viaducto, salvo en posibles puntos locales, no parece afectado por ataque de sulfatos. Por ello, con una serie de medidas de protección y mejora de desagües, el riesgo de ataque en el futuro puede ser admisible.El mismo Instituto habla de dos posibilidades de reparación, nunca de demolición del Viaducto. Estas posibilidades se centran en: reparación del actual tablero -parte superior del puente, sobre la que va la calzada-, con lo que resistiría el paso de veinte toneladas de peso, contra las sesenta calculadas por la legislación vigente, y sustitución total del tablero, con lo que se llegaría a ese mismo límite contemplado por las leyes y, además, sería la solución más recomendable y, posiblemente, la más económica .La solución de sustituir el tablero podría hacerse, por supuesto, sin tener pos ello que interrumpir el tráfico por la calle de Segovia, bajo el Viaducto, lo que parecía ser preocupacion constante de las autoridades municipales madrileñas.

Florencio del Pozo

El informe elaborado, para el Ayuntamiento de Madrid, por Florencio del Pozo es, tal vez, más explícito que el de Torroja, ya que tiene la fuerza moral que le brinda el que ya había advertido de los peligros del Viaducto en su anterior informe, hecho en octubre del año 1973.Las actuaciones que, en este caso, se proponen son las siguientes: demolición del tablero actual y construcción de otro calculado para resistir las sobrecargas de la instrucción vigente, demolición y reconstrucción de las cabezas de las pilas y pilares de arcos, sustitución de las placas de plomo que unen en la actualidad ambos elementos, reparación de las alteraciones superficiales, relleno de tierras sin sales solubles -sulfatos-, construcción de drenaje eficaz -con el que no ha contado el Viaducto hasta ahora- y de desagüe del tablero, impermeabilización del hormigón del tablero nuevo y revisión de las conducciones de agua cercanas al puente, ya que Florencio del Pozo sospecha de que pueda existir algún escape en los alrededores que pueda contribuir al deterioro del mismo.

Dato muy importante dentro del informe del señor Del Pozo son los cálculos de resistencia a los que se ha llegado. En ellos, se demuestra, dentro de la credibilidad amplísima que se le puede conceder al Laboratorio Central del Ministerio de Obras Públicas, que es quien ha realizado los análisis, que la resistencia del puente no sólo no se ha visto reducida, sino que ha aumentado, factor que se puede atribuir a que el hormigón haya fraguado en mayor medida. El punto de mira de la comparación del ingeniero es, por supuesto, su mismo informe del año 1973.

El Ayuntamiento

«El Viaducto ha tenido siempre poder para sensibilizar a la gente», dijo el alcalde ayer por la mañana, en la rueda de prensa. Consciente de ello, es posible que el señor alcalde se haya visto también sensibilizado, ya que, durante la boda de una hija suya, celebrada hace tres días, le dijo a José Juan Aracil, invitado y coautor del proyecto del actual Viaducto: «Estoy contento porque el Viaducto ya no se tira. Y me alegro por tí.» En seguida, alguien de sus delegaciones le advirtió de lo poco político que era decir tal cosa en público y, por supuesto, el señor Aracil no le pidió más explicaciones.Pero, a la vista de estos informes, presentados ayer mismo, el señor alcalde debe acordarse de lo que dijo en una rueda de prensa: « Lo que diga el Instituto, va a misa.»Sin embargo, resulta que no faltan las voces maliciosas que creen entender que el Ayuntamiento no está dispuesto a hacerle demasiado caso a ambos informes. Estas voces recuerdan los rumores de entendimiento entre miembros del Ayuntamiento y alguna poderosa empresa constructora para tirar abajo el Viaducto y construirlo de nuevo (véase EL PAIS del 7 de septiembre).

«El Viaducto debe conservarse, se decía, sólo en el caso de que no represente un peligro para la seguridad de los madrileños.» Pero ahora resulta que el Torroja y Florencio del Pozo dicen que tal peligro no existe. La decisión queda, una vez más, en manos del Ayuntamiento y, más concretamente, en las del jurado que ha de decidir sobre el concurso abierto y que ha de empezar sus deliberaciones a partir del día 7 de febrero próximo, fecha en que se cierra la admisión de proyectos.

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