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XXVII Congreso del Partido Socialista Obrero Español

El PSOE marca su política de futuro

Bajo la atenta mirada de más de doscientos socialistas y socialdemócratas llegados de diversos países - principalmente de Europa occidental-, la inauguración del XXVII Congreso del Partido Socialista Obrero Español, efectuada el pasado domingo en Madrid, constituyó una explosión de entusiasmo en las viejas y jóvenes generaciones de este partido. Su rentabilidad política depende de las resoluciones que se adopten, aunque ya el discurso de Felipe González, su primer secretario, marcó algunos temas esenciales para la valoración política de este congreso.

A las 10.30 de la mañana, hora en que comenzó el congreso, la sala principal presentaba un aspecto inusitado en la España de la posguerra: dos millares de puños en alto recibían a Felipe González, Willy Brandt, Olof Palme, Pietro Nenni,. Nicolás Redondo -en este último caso se oyeron también gritos de «UGT»- banderas rojas en los ángulos del escenario; una gran pancarta presidiendo la sala Socialismo es libertad. XXXVII Congreso PSOE, y un entusiasmo desbordado en los delegados y militantes. que coreaban el nombre del PSOE y daban vivas al socialismo y a la libertad.A primera vista. al menos la mitad de los delegados debían tener menos de treinta años, y por lo menos un tercio tendrían más de cincuenta años.

La mesa del congreso

Abrió el congreso Alfonso Guerra, presidente de la comisión organizadora. quien se refirió a las violaciones de la libertad que han tenido que darse para que los socialistas, defensores de la libertad, hayan tenido que reunirse trece veces fuera de su propia tierra. «Algunos interesados -dijo también- esperan que los socialistas nos anclemos en posiciones tan moderadas que puedan servir al tránsito de los náufragos del franquismo: otros. que fuera tan radical y delirante como para que el espacio político de los socialistas pudiera ser ocupado por otras corrientes..» La personalidad del PSOE -añadió- está definida por su defensa de la libertad, la justicia. la verdad y la igualdad. Terminó gritando Socialismo vencerá, que fue contestado por los asistentes.

Tras el saludo de la agrupación socialista madrileña, a cargo de Eduardo Ferrera, se procedió a la elección de la mesa del congreso. Hubo tres candidatos para el puesto de vicepresidente, que fue ganado por Gregorio Peces-Barba tras procederse a un recuento nominal, al no ser considerado suficiente el de tarjeta alzada hecho por los jefes de delegación. El resto de la Mesa del congreso quedó integrado por Ramón Rubial, como presidente; Sócrates Gómez, primer secretario de actas, y Emilio Barbón y Matías Camacho, como segundos secretarios.

Seguidamente, el congreso del PSOE comenzó a recibir las adhesiones internacionales. Hubo una extensa lectura de delegados presentes en la sala, todos los cuales fueron aclamados -la presencia de los chilenos fue acogida con gritos de Asesino Pinochet, y la del Frente Polisario, con los de Polisario amigo, el pueblo está contigo-, y seguidamente pasaron por la tribuna de oradores Willy Brandt, presidente de la Internacional Socialista y del Partido Socialdemócrata Alemán. y Olof Palme, presidente del Partido Socialdemócrata Sueco y ex primer ministro de su país.

Brandt fue muy aplaudido -se coreó su nombre. Willy, Willy, varias veces-, y su respaldo al PSOE e incluso a una determinada línea del PSOE. quedó sellado, con el prolongado abrazo a Felipe González después de su intervención.

Pero si Brandt fue aplaudido, Palme fue aclamado por centenares de gargantas que repetían constantemente su nombre. envolviéndolas en estruendosas ovaciones. Palme, uno de los hombres, más odiados por la derecha autoritaria -en la mente de todos está el trato dado a su aparición con una hucha por las calles de Estocolmo, pidiendo dinero para los demócratas españoles-, se vio incesantemente aclamado el domingo en Madrid por los militantes del PSOE. Ahora están los pueblos de España liberándose de los demonios del pasado, fue la frase que levantó al público de sus asientos.

(Palme abandonó Madrid poco después. Su precipitada marcha no estaba relacionada con un hipotético deseo gubernamental de tener un contacto con él: Alfonso Guerra lo desmintió. recordando la calificación de bufón de Europa que se había dado a Palme; «no creo que estén interesados en un contacto con él, porque a lo mejor, como en los cuentos, se cambian los papeles. »)

A estas alturas -12.30 de la mañana- el PSOE había entrado definitivamente en calor. Fue el momento en que correspondió el uso de la palabra a Felipe González, acogido con grandes aplausos y gritos de Fe-li-pe... Su discurso duró hora y media. En otro lugar de este número de EL PAIS puede encontrarse una amplia referencia del mismo. Baste decir que fue bastante aplaudido; el primer secretario del PSOE correspondió alzando el brazo izquierdo con el puño cerrado, y la mano derecha en señal de V de la victoria.

Junto al discurso de Felipe González -que marcó, en realidad, los grandes temas del PSOE hacia el futuro- Alfonso Fernández Torres. presidente del sector histórico que, se reunifica con el renovado, marcó de una manera clara y terminante la integración de los dos sectores en un solo partido, con una dura, crítica a los que no quieren esta reunificación -hay una fracción de históricos reacios a la misma, como es suficientemente sabido-, llegando a, afirmar que «Ios que no quieren la reunificacion. están contra el socialismo.» Vivas al PSOE y a la UGT, y Un abrazo entre Felipe González y Alfonso Fernández Torres, sellaron simbólicamente la reunificación, que en las diferentes delegaciones del partido se había hecho ya de una manera física al sentarse juntos históricos,y reno vados. Al filo de las tres menos cuarto acabó la extensa sesión de la mañana del domingo. El PSOE había puesto en juego, para esa hora todos sus peones: la demostración de fuerza de su implantación -con la sala repleta de -militantes- un ejemplo de su democracia interna -la elección de la mesa del congreso-, un fuerte apoyo internacional -Simbolizado sobre todo en Brandt y Palme-, una organización eficaz en lo que al congreso se refiere, la definición de las líneas maestras de su devenir futuro discurso de Felipe González-, y la reunificación de los dos sectores del partido en uno solo. Todo ello podría interpretarse como el primer paso hacia la campaña electoral.

Desfile de extranjeros

Por la tarde se reforzó, especialmente, el apoyo internacional, de una forma que llegó a hacerse abrumadora. La tribuna de oradores registró un continuo desfile de delegados extranjeros. Pietro Nenni alertó contra los que piensan en un franquismo sin Franco, «si es que no están pensando en una ver dadera dictadura», y su persona entrañable para los socialistas por muchos motivos -entre ellos, el de haber combatido en las Brigadas Internacionales- fue objeto de cálidos aplausos y gritos de Nenni, Nenni. Al finalizar su intervención, congreso. puesto en pie, entonó La Internacional.

Michael Foot, líder del ala izquierda del laborismo y miembro del Gobierno británico, dijo que este congreso ni siquiera podía preverse hace dos o tres años. La presencia del chileno Anselmo Sule en la tribuna arrancó gritos de Asesino Pinochel y Chile vencerá.

Otras intervenciones notables fueron la de Androsch Hans, vicecanciller de Austria, Salgado Zenha, dirigente socialista portugés, e Ina van den Heuvel, presidente del Partido Socialista Holandés. Un incidente se produjo al pasar el delegado israelí a la tribuna de oradores, los representantes de la Organización para la liberación de Palestina abandonaron la sala ostensiblemente, seguidos por el resto de los delegados procedentes del inundo árabe. «No podemos estar ahí mientras habla el representante de un país que ha ocupado el nuestro», nos explicaron los palestinos.

Especialmente conmovedora fue la intervención del presidente de la Liga Francesa para los Derechos del hombre y viejo combatiente socialista, Daniel Mayer. «Este congreso lo habéis impuesto», dijo, «todos somos deudores de España»; «Como fue una esperanza para la libertad el París de 1944, el París de la liberación, así lo es España». La sala, puesta en pie, ovacionó largamente a Mayer.

El discurso de François Mitterrand cerró la sesión de la tarde. El secretario general del Partido Socialista francés destacó el ejemplo dado por los socialistas españoles. «Todo se perdió con la guerra de España, salvo la simiente de la sangre y la fuerza del espíritu». afirmó. Dijo que nadie va a regalar la libertad; «aún hay Pirineos, pero vamos a franquearlos todo lo posible». Y destacó la paradoja de que, mientras la libertad retrocede en todo el mundo, en España avanza.

Grandes ovaciones cerraron el discurso de Mitterrand, y su nombre fue coreado varias veces. Todos los asistentes al congreso, puestos en pie, entonaron una vez más La Internacional.

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