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El "statu quo" en las elecciones japonesas del 5 de diciembre

Según un sondeo efectuado la semana pásada por el instituto Asahi, el 59% del electorado japonés tendrá en cuenta el escándalo Lockheed a la hora de depositar su voto en las elecciones generales del próximo 5 de diciembre. Sin embargo, otra encuesta realizada por Yomiuri revela que los comicios no aportarán cambios sustanciales en el equilibrio de fuerzas establecido por el Partido Liberal Demócrata (PLD), conservador, actualmente en el poder, y el Partido Socialista (PSJ), núcleo principal de la oposición de izquierda.Con una moneda fuerte y una economía que está resistiendo con firmeza los embates de la crisis mundial, no parece probable, en verdad, que los japoneses se lancen de lleno contra la «corrupción estructural» del país, insistentemente denunciada por la prensa, y que se manifiesta, como se vio este verano con la caída de Tanaka, por medio de la relación casi «institucional» de los dirigentes políticos con los grupos financieros nacionales e internacionales. Hace unos días, Hashimoto, ex ministro de Transportes, arrestado a raíz del affaire Tanaka y ahora en libertad condicional, terminó en un su discurso electoral con las siguientes palabras: «Mírenme bien a los ojos, ¿tengo acaso cara de ladrón?» Y recibió una ovación. Los amuletos de la buena suerte más vendidos estos días en Tokio muestran una geisha montada, precisamente, en un avión de la Lockheed.

Este humor -o absolución- favorece a los conservadores, bien instalados en el poder desde 1955, aunque en el curso de los últimos cinco años el PLD haya ido perdiendo regularmente puestos en el Parlamento, a causa, sobre todo, del éxodo rural. Pero el PSJ aparece dividido y hoy su objetivo consiste sólo en conseguir 140 escaños, es decir, la misma parcela de representación que poseía a comienzos de la década de 1960. Una nieta que no resulta del todo fácil si se considera que también los socialistas japoneses han demostrado su afición por las atenciones de las finanzas: al día siguiente de la destitución de Tanaka un diputado del PSJ apareció implicado en un affaire de «distracción» de fondos gubernamentales, lo que anuló la campaña de sus colegas contra las debilidades de los conservadores. Por lo demás. el Partido Socialista sigue rechazando la idea de un frente popular, por temor, naturalmente, a ser barrido por los comunistas. Si se exceptúa el apoyo táctico que pueden darle al PSJ el Komeito y el pequeño Partido Social Demócrata (diecinueve diputados), una alianza izquierdista de gran envergadura es, por el momento, descartable.

Las aspiraciones del PLD son también relativamente modestas, y así en estas elecciones presenta menos candidatos que en 1972, a pesar de que el número de escaños ha aumentado. Su campaña se ha centrado en 280 circunscripciones, pero él primer ministro Miki ha confesado que se sentirá satisfecho si triunfa en las 270 que necesita para controlar las principales comisiones de la Cámara baja. Paralelamente, Miki no oculta su preocupación por la aparición de un nuevo sector liberal, el Shin Jivu Club, formado por jóvenes disidentes del PLD, que con veinticinco candidatos esperan reducir el campo de acción conservador. Si eso ocurre, los nuevos liberales y los socialdemócratas se convertirían en una fuerza de apoyo imprescindible para el PLD, lo que podría provocar la escisión del partido en el Gobierno, y quizá la formación de otro partido liberal, de centro izquierda, que tendría la oportunidad de alimentarse también de la derecha socialista, y de esa manera desplazar a los conservadores.

Pero para todo eso sería necesario que una buena parte del electorado dejase de querer comprar, de pronto, las geishas de la buena suerte. Es en realidad el statu quo el que el 5 de diciembre se someterá al dictamen de un país «satisfecho». amante de sus hábitos. al que sólo pudieron cambiar -una vez en un milenio- dos bombas atómicas Y una guerra perdida. ¿Podrán torcer su rumbo las explosiones de la Lockheed?

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