Acabar con los «incontrolados»

Desde hace unos años, grupos que, con generosa benevolencia, son denominados «incontrolados» han decidido pasar de la teoría de sus ideas totalitariamente violentas a la acción simple y llana: a las amenazas, a las coacciones, a las agresiones físicas. Desde, hace unos años, y recientemente tales hechos se han multiplicado, estos grupos -que se esconden bajo siglas diferentes- han golpeado ciudadanos, han sembrado el terror en determinadas regiones del país, han incendiado librerías, han escogido a los periodistas como blanco de sus infundadas iras.No sólo, los periodistas tenemos tan lamentable exclusiva. El odio de tales grupos se vuelca contra todos aquellos sectores de la sociedad que cada uno según sus leales convicciones. han venido optando por una apuesta de libertad de orden democrático de cambio en profundidad. Pero muy particularmente los furores de estas bandas parafascistas están dirigidas contra el mundo del intelecto de la cultura de la razón. De ahí su exacerbada predilección por atacar librerías por quemar periódicos por aternorizar profesionales de la información. Esta es la situación conocida por todos pero que prosigue invariablemente día a día, sin remedio.

Creemos que ha llegado el momento de exigir, de una vez por todas, que la eficaz maquinaria policial empiece a enfrentarse con este problema, cada vez más preocupante no sólo para los afectados, sino, fundamentalmente, para la normal convivencia, ahora que el Gobierno parece decidido a entrar por las vías anheladas de una democracia plural, en la que estén garantizados los derechos de todos a expresar sus opiniones, a exponer sus planteamientos, a defender sus intereses dentro de un marco civil. Y, alentando la actuación de la policía, esperamos que se encuentren las autoridades responsables del orden público. Decididamente. Enérgicamente. Con la misma energía, como mínimo, que se ha empleado durante tantos años para erradicar lo que entonces el poder consideraba «peligroso».

, 25 noviembre